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Fútbol » Diego maradona 

Adiós Mundial, adiós Maradona

Tras la eliminación, Diego dejó trascender que, luego del 4 a 0 ante Alemania, no seguirá al frente de la selección. “No tengo fuerzas”, dijo. Como sea, la Copa 2010 lo tuvo como gran protagonista.

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Gianina acompaña a Diego tras la dura derrota con Alemania (Foto: AP).

Gianina acompaña a Diego tras la dura derrota con Alemania (Foto: AP).

"No se cumplió un sueño pero sí se encontró un camino, el de respetar el fútbol argentino", afirmó Maradona sin dudar. (Foto: AP)

"No se cumplió un sueño pero sí se encontró un camino, el de respetar el fútbol argentino", afirmó Maradona sin dudar. (Foto: AP)

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Lo gane quien lo gane, este será el Mundial de Diego Maradona. Con el mazazo del 4 a 0 de ayer que dejó a la Argentina eliminada de la Copa, con la alegría popular que creció a medida que el equipo avanzó en el torneo, y con las miles de esquirlas que se esparcieron al paso del DT por Sudáfrica.

Maradona lo acaparó todo. La prensa, la gente y hasta la Fifa vivieron el Mundial a su ritmo. Desde que puso un pie en Pretoria hasta anoche, cuando habló cansino en la conferencia de prensa en Ciudad del Cabo, Diego fue el centro de la escena. Le guste a quien le guste, no hubo más estrella que él y ahora que se opacó su ausencia se sentirá.

“No sé si voy a seguir”, dijo el sábado por la noche casi escondido detrás del escritorio de la sala de conferencias, en el Estadio Green Point. Siempre con la barbilla levantada, con el gesto duro y altivo que lo lleva por la vida, entró a dar sus explicaciones.

Que nunca llegan ni llegarán. No revisó lo hecho aunque la selección acababa de sufrir uno de los bailes más rutilantes que se recuerden en los mundiales. “No se cumplió un sueño pero sí se encontró un camino, el de respetar el fútbol argentino”, afirmó sin dudar.

Argentina ha quedado afuera en cuartos de final de la Copa del Mundo de Sudáfrica. Igual que en Alemania hace cuatro años y lo mismo que en Francia 1998.

Pero esta vez ha caído más fuerte, como si la presencia de Maradona en el banco hubiera elevado el ánimo a niveles extraplanetarios y por eso el golpe se siente monumental. Fue la primera derrota en un Mundial desde que Inglaterra venciera en Corea/Japón 2002, pero por sustancia se asemeja a la de la final de Italia 1990 o a la eliminación del equipo de Marcelo Bielsa hace ocho años.

“No tengo fuerzas para nada”, aseguró Diego. Sus ojos no tenían atisbo de lágrima. Su voz, en cambio, sonaba opaca, atorada de gritos que ya nunca saldrán. No seguiría al frente de la selección porque no tiene combustible. Tuvo su chance y la aprovechó al máximo al llevar a la Argentina mucho más lejos de lo que podría haberse imaginado hace seis meses. Pero Alemania lo volvió a un lugar del que no encuentra salida: el de la confusión, la improvisación y la apuesta, siempre, al corazón.

Renacer

Como técnico, Maradona había fallado hasta que comenzó el Mundial. En su ciclo, Argentina sufrió la peor goleada en contra de la historia (Bolivia 1-6), recibió dos derrotas durísimas (Brasil 1-3, y Paraguay 0-1), y se clasificó para Sudáfrica milagrosamente (Perú 2-1, y Uruguay 1-0). Peleas internas, cruces con Carlos Bilardo, la presencia en las sombras de Oscar Ruggeri, las más de 100 convocatorias, nada era alentador.

Pero llegó a Sudáfrica, pegó carteles en las piezas de los jugadores. “Sueña que puedes, y podrás”, les propuso. Y Argentina pareció creérselo. Y los argentinos parecimos creerlo. La selección renació, con Lionel Messi en el punto exacto y con un equipo que mostraba valentía y buen fútbol cuando los demás sólo querían no perder.

Victoria contra Nigeria y los diarios de Sudáfrica, de Europa, del mundo, hicieron tapa con el barbado de traje plateado gritando el gol de Heinze. Goleada a Corea del Sur y los fotógrafos llenaron sus tarjetas de memoria con el rosario en la mano izquierda. Gol de Palermo ante Grecia y el abrazo con el DT se convirtió en póster nacional.

Hasta contra México, cuando Argentina fue un tembladeral pero metió tres estocadas y pasó, Maradona fue el protagonista. Su presencia en la cancha, sus gestos ampulosos y su pose de compadre eran el show mejor armado para una Copa que daba, y dio, poco fútbol.

Tremendo en su rol de animador, se atrevió a mojarle la oreja a Bastian Schweinsteiger en la previa del partido de cuartos, después que el alemán acusara a los argentinos de tramposos. “¿Qué te pasa, estás nervioso?”, le preguntó por televisión, en una de las tantas entrevistas dulzonas que le hicieron sus periodistas más amigos.

Pero no, resultó que el volante del Bayern Munich estaba tranquilo. Es más, jugó ayer uno de los mejores partidos de su vida, organizando a Alemania de manera tal que dañó por donde quiso y como quiso. Argentina sintió el golpe del primer gol tempranero y luego apostó todo a los pies de Messi. “Verlo llorar en el vestuario... El que dice que ‘Lio’ no siente la camiseta es un estúpido”, desafió.

Sin reacción

No hubo Maradona que pudiera contra la precisión y la técnica germana. No hubo reflejos para hacer cambios tempraneros, no hubo final épico de la mano de Dios. A veces, los partidos se pueden ganar golpe por golpe. Pero hay que mantener la guardia en alto.

“A los casi 50 años, esto es lo más duro que me tocó vivir, porque estuve al frente de tantos buenos jugadores, personas y profesionales. Es como una trompada de Muhammad Alí”, sintetizó.

Y se fue, de nuevo rengo, hacia el vestuario. No hubo habano, pero sí la misma sensación. Esa que nos hace pensar que algún día, finalmente, volverá a jugar en la selección y ganará, como en 1986, el Mundial

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