Biograf�a U. Eco
Nubiola: "Recensi�n de U. Eco: Semi�tica y
filosof�a del lenguaje". Anuario Filos�fico
XXIV/2, (1991), pp. 375-377.
ECO, Umberto: Semi�tica y filosof�a del
lenguaje, Editorial Lumen, Barcelona, 1990,
355 p�gs.
Como explica el propio autor, el libro es
una reelaboraci�n de cinco voces preparadas
entre 1976 y 1980 para la Enciclopedia
Einaudi, a las que a�ade en enero de 1984
una breve pero muy interesante introducci�n
sobre la relaci�n entre la semi�tica y la
filosof�a del lenguaje. "Cada vez estoy m�s
convencido escribe Eco (p. 8) de que, para
comprender mejor muchos de los problemas que
a�n nos preocupan, es necesario volver a
analizar los contextos en que determinadas
categor�as surgieron por primera vez".
Fiel a este empe�o, Umberto Eco realiza una
valiosa arqueolog�a de cinco conceptos
fundamentales: signo, significado, met�fora,
s�mbolo y c�digo, tom�ndolos en
consideraci�n desde el punto de vista
hist�rico y en el contexto del marco te�rico
esbozado en sus obras anteriores Tratado de
semi�tica general (1975) y Lector in fabula
(1979), a las que remite con frecuencia. El
modelo de "arqueolog�a" que sigue "sin �nimo
de incordiar a Foucault" es el que propuso
Arist�teles en la Metaf�sica: "Una vez
establecida la necesidad de determinar un
objeto de la filosof�a primera y que ese
objeto es el ser, se procede a examinar lo
que han dicho de �l quienes lo abordaron
antes. �Todos han hablado de �l de la misma
manera? Si la respuesta fuese negativa, �por
qu� entonces ese objeto de un saber antiguo,
y en cada caso diverso, se ha percibido
siempre como si de alguna manera fuera el
mismo?" (p. 11). Este es el acto de coraje
filos�fico y semi�tico que en palabras de
Umberto Eco hace posible la Metaf�sica:
"�Qu� es el ser, puesto que se dice de
muchas maneras? Precisamente lo que se dice
de muchas maneras. Cuando reflexionamos
sobre esta soluci�n, advertimos que todo el
pensamiento occidental se apoya en una
decisi�n arbitraria. Pero qu� arbitrariedad
m�s genial" (p. 12).
En esta perspectiva, Eco establece un s�lido
y en mi opini�n fecundo campo de encuentro
entre la semi�tica general y la filosof�a
del lenguaje capaz de revitalizar a ambas,
al tiempo que se avanza decisivamente en una
comprensi�n multidisciplinar del lenguaje.
La semi�tica general es para Eco "la forma
m�s madura de una filosof�a del lenguaje tal
como lo fue en Cassirer, en Husserl o en
Wittgenstein" (p. 14). El fil�sofo
contempor�neo del lenguaje si logra superar
cierta barrera de algunos t�rminos t�cnicos
de la semi�tica que, en ocasiones, no se
introducen con suficiente explicaci�n: "catacresizaci�n",
"actancial", "funtivo", etc. descubre a lo
largo de las p�ginas de Eco tanto la anchura
como la profundidad hist�rica de su
disciplina, atrofiada quiz� por la filosof�a
anal�tica de origen brit�nico. Los fil�sofos
m�s apreciados y citados en este libro son,
entre los antiguos, Arist�teles, San Agust�n
y Santo Tom�s de Aquino, y, entre los
modernos, Charles S. Peirce. Eco estudia
detenidamente, con rigor y admiraci�n,
algunos de sus textos, para enfrentarse con
la tradici�n contempor�nea estructuralista y
deconstructivista, proporcionando un marco
m�s vivo en el que reinterpretar tanto los
viejos conceptos como las m�s recientes
aportaciones de las diversas disciplinas
ling��sticas. Como ha escrito W. Casta�ares,
se trata de realizar una relectura de la
historia de la filosof�a sub specie
semioticae (Revista de Occidente, 118, III/91,
p. 142). En cierta medida, Eco relee tambi�n
sus obras precedentes al enfrentarse en
algunos pasajes con "la tradici�n
estructuralista": en particular, el cap�tulo
quinto sobre el uso intensivo y equ�voco de
la noci�n de c�digo en la semi�tica de las
�ltimas d�cadas puede considerarse como "una
auto-cr�tica aplicable tambi�n a muchos
otros autores" (p. 290).
Dos son, a mi juicio, las claves
conceptuales de este libro. La primera es el
descubrimiento de que la idea originaria de
signo "no se basaba en la igualdad, en la
correlaci�n fija establecida por el c�digo,
en la equivalencia entre expresi�n y
contenido", sino que siguiendo de cerca a
Peirce la idea m�s b�sica de signo es la de
inferencia, interpretaci�n, semiosis: el
signo no es s�lo algo que est� en lugar de
otra cosa, sino que es siempre lo que nos
hace conocer algo m�s; el signo es
instrucci�n para la interpretaci�n. A su
vez, el significado es el interpretante del
signo y el proceso de significaci�n llega a
ser un proceso de semiosis ilimitada.
La segunda clave es la superaci�n del modelo
estructuralista y semi�tico de c�digo y de
diccionario y su reemplazamiento por el de
enciclopedia "como �nico modelo capaz de
expresar la complejidad de la semiosis en el
plano te�rico, y tambi�n como hip�tesis
reguladora en los procesos concretos de
interpretaci�n" (p. 289). El modelo
enciclop�dico adopta la forma de rizoma
siguiendo a Deleuze como consecuencia
directa de la inconsistencia del �rbol de
Porfirio. La enciclopedia es un postulado
semi�tico; es el conjunto registrado de
todas las interpretaciones, concebible
objetivamente como la biblioteca de las
bibliotecas; la actividad textual transforma
con el tiempo la enciclopedia misma y adem�s
la enciclopedia, como sistema objetivo de
sus interpretaciones, es pose�da de
diferentes maneras por sus distintos
usuarios (p. 133). As�, en el proceso de
semiosis ilimitada los significados se
trocan en unidades culturales
interrelacionadas unas con otras.
La exposici�n de algunas de las voces
resulta, a veces, alambicada y farragosa
para el fil�sofo, que puede dudar
ocasionalmente incluso de su pertinencia,
pero el libro est� escrito con innegable
maestr�a, precisi�n y acierto. La traducci�n
espa�ola a cargo de R. P. es discreta y las
erratas son pocas. Se echa de menos un
�ndice onom�stico y que se incluyan todas
las obras citadas en las referencias
bibliogr�ficas finales.
Por �ltimo, formular� tres observaciones de
car�cter menor: a) es una pena que Eco no
aborde apenas la influencia de los medios de
comunicaci�n social en la configuraci�n de
nuestra enciclopedia contempor�nea; b) la
interesante discusi�n de la Bedeutung
fregeana (pp. 81-84) se habr�a enriquecido
notablemente con el estudio de la
interpretaci�n de Angelelli en t�rminos de
"importancia"; c) la resistencia de Eco para
aceptar la teor�a causal de la referencia
("nosotros consideramos m�s oportuno
reemplazar esta metaf�sica del origen por
una f�sica de la enciclopedia" (p. 164) se
alimenta de la casi exclusiva atenci�n a
nombres de personajes hist�ricos quiz�
porque son mucho m�s "enciclop�dicos", pero
pienso con Donellan y Kripke que el uso de
esos nombres es parasitario del uso
corriente de los nombres propios para la
dem�s gente.
Jaime Nubiola
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1997 Wired Magazine versi�n original online
en the world according to Eco
Traducido al castellano por Julio F. De Le�n
El mundo seg�n Eco
Marshall: usted dice que con el nuevo
proyecto Multimedia Arcade se trata de
asegurar que la cibersociedad sea un lugar
democr�tico para vivir
Eco: existe el riesgo de podamos
encaminarnos hacia un 1984 en l�nea, en el
que las "proles" de Orwell est�n
representadas por las masas pasivas que se
alimentan de televisi�n y que no tienen
acceso a esta nueva herramienta, y adem�s no
sabr�an usarla si lo tuvieran. Sobre ellos,
por supuesto, habr� una peque�a burgues�a de
usuarios pasivos oficinistas, empleados de
aerol�neas. Y finalmente, veremos a los
due�os del juego, la nomenklatura en el
sentido sovi�tico del t�rmino. No tiene nada
que ver con las clases en el sentido
tradicional, Marxista la nomenklatura ser�a
algo que ir�a desde los hackers de las zonas
urbanas deprimidas hasta los ricos
ejecutivos. Pero tendr�n una cosa en com�n:
el conocimiento que proporciona control.
Tenemos que crear una nomenklatura de las
masas. Sabemos que los modems �ltimo modelo,
las conexiones RDSI, y el hardware moderno
est�n fuera del alcance de la mayor�a de los
usuarios potenciales sobre todo cuando hay
que actualizarse cada seis meses. As� que le
damos acceso gratis a la gente, o por lo
menos por el precio de la necesaria conexi�n
telef�nica.
Marshall: �Por qu� no dejar la
democratizaci�n de la Red al mercado quiero
decir, a que se produzca la caida de los
precios debida a una fuerte competencia?
Eco: considerelo de esta manera: cuando Benz
y otros inventaron el autom�vil, no ten�an
ninguna idea que un d�a el mercado de las
masas se abrir�a por modelo T de Henry Ford
eso acaecio s�lo 40 a�os despu�s.As� que
�c�mo persuadir a la gente de que comiencen
a usar un medio de transporte que estaba m�s
all� de los medios de todos menos del muy
rico? F�cil: alquilelo por minutos, con un
ch�fer, y llamemos taxi al resultado. Esto
di� acceso a la gente a la nueva tecnolog�a,
pero tambi�n permiti� que la industria se
expandiese hasta el punto en el que el
modelo T de Ford fuera concebible. En
Italia, el comercio en la Red es todav�a
diminuto: hay s�lo alrededor de 300.000
usuarios regulares que son como cacahuetes
en este juego. Pero si tienes una red de
puntos de acceso municipales - donde cada
uno de los cuales tiene el compromiso de
mantener los sistemas m�s poderosos y
modernos para sus usuarios - entonces se
est� hablando sobre una producci�n
respetable que puede reconvertirse en darle
a las masas el modelo T de harware,
conexiones y ancho de banda.
Marshall: �Cree usted en serio que los
mec�nicos y las amas de casa van a entrar a
raudales en el Multimedia Arcade?
Eco: No, para nada. Cuando Gutenberg invent�
su imprenta, las clases obreras no
solicitaron inmediatamente copias de la
Biblia de 42 l�neas; pero ellos estaban
ley�ndola un siglo m�s tarde. Y no se olvide
de Lutero. A pesar del analfabetismo de la
�poca, su traducci�n del Nuevo Testamento
circul� a trav�s de todos los estratos de la
sociedad alemana del siglo 16. Lo que
nosotros necesitamos es un Lutero de la Red.
Marshall: �Pero por qu� es tan especial el
Multimedia Arcade? �No es s�lo un cybercaf�
estatal?
Eco: no quiera convertirlo al completo en la
sala de espera de un ministerio
gubernamental italiano. Pero tenemos la
ventaja de ser una cultura mediterr�nea. El
cybercaf� anglosaj�n es una experiencia de
echar una ojeada porque el bar anglosaj�n es
un lugar donde las personas van a alimentar
su propia soledad en la compa��a de otros.
En Nueva York, usted podr�a decir "�Hola
hace un d�a encantador!" a la persona m�s
pr�xima de la barra del bar - pero entonces
volver�a a pensar en la mujer que le acaba
de abandonar. Por otro lado, el modelo para
el Multimedia Arcade, es eso del bar/restaurante
mediterr�neo. Esto se reflejar�a en la
estructura del lugar - ser�a bueno tener una
pantalla comunitaria gigante por ejemplo,
donde los navegantes individuales pudieran
anunciar sitios interesantes que ellos
simplemente han descubierto.
No le veo la gracia a tener 80 millones de
personas en l�nea si al final todo lo que
hacen es hablar a los fantasmas en los zonas
residenciales. Esta ser� una de las
funciones principales del Multimedia Arcade:
sacar a la gente de casa y - �por qu� no? -
incluso de los brazos de otros. Quiz�s
podr�amos llamarlo "PlugnFuck" en lugar del
Multimedia Arcade.
Marshall: �No viola esta visi�n comunitaria
el principio de "un usuario, un ordenador"?
Eco: Yo soy un usuario y poseo ocho
ordenadores. Como puede ver hay excepciones
a la regla. En tiempos de Leonardo,
recuerde, la regla era un usuario, una
pintura. Lo mismo cuando se fabricaron los
primeros gram�fonos. �Tenemos pocas
oportunidades comunitarias de mirar pinturas
hoy, o de escuchar a m�sica grabada? Dele
tiempo.
Marshall: Desde cualquier perspectiva de los
distintos debates sobre cibercultura, la
mayor�a de los americanos estar�an de
acuerdo en que el modem es un punto de
entrada en una nueva fase de la
civilizaci�n. Los europeos parecen verlo m�s
como un electrodom�stico, al mismo nivel que
un lavavajillas o una maquinilla electr�ca.
Parece haber un "diferencia de entusismo"
entre los dos continentes. �Qui�n tiene
raz�n esta vez? �Los americanos asumiendo
como es habitual que todo el mundo juega a
b�isbol o los europeos siendo tan frios e
ir�nicos de forma que al final se perder�n
el fen�meno de la Red?
Eco: Lo mismo pas� con la televisi�n que
alcanz� una masa cr�tica en Estados Unidos
bastantes a�os antes que ocurriera aqu�. Lo
que es m�s interesante es el hecho del
triunfo de la cultura y los modos americanos
de producci�n americanos en las pel�culas y
la televisi�n - el factor Disney que tanto
incomoda a los franceses eso no va a pasar
con la Red.
Hace un a�o, hab�a muy pocos sitios que no
estuvieran en ingl�s. Ahora siempre que yo
empiezo una b�squeda en el World Wide Web,
AltaVista propone sitios noruegos, sitios
polacos, incluso los sitios lituanos. Y esto
va a tener un efecto curioso. Los americanos
no van a apuntarse a un curso intensivo de
noruego si hay informaci�n all� que
realmente necesitan - bien, pero van a
empezar pensar. Empezar�n a sensibilizarse
que necesitan abrazar otras culturas, otros
puntos de vista. Este es uno de los pilares
de la naturaleza anti-monopolista de la Red:
controlar la tecnolog�a no significa
controlar el flujo de informaci�n.
En cuanto a la "diferencia de entusiasmo" -
ni siquiera estoy seguro de su existencia.
Pero hay tanta cr�tica, iron�a y desilusi�n
en los Estados Unidos que los medios de
comunicaci�n han decidido no recogerlo. El
problema es que nosotros s�lo conseguimos
o�r a Negroponte y a los otros ayatolas de
la Red.
Marshall: usted apoy� publicamente la nueva
coalici�n de centro-izquierda en la campa�a
electoral en abril de 1996. Despu�s de la
victoria, se rumore� en la prensa italiana
sobre su papel como nuevo Ministro de
Cultura pero volvi� a su trabajo antres de
que incluso se le ofreciara. �Por qu�?
Eco: Porque antes de que usted empiece
hablando sobre un Ministro de Cultura usted
tiene que decidir lo que significa
"cultura." Si se refiere a los productos
est�ticos del pasado - las pinturas bonitas,
los edificios viejos, los manuscritos
medievales - entonces yo estoy a favor de
una protecci�n estatal para todos; pero ese
trabajo ya se realiza desde el Ministerio de
la Herencia. As� que "cultura" se reduce al
sentido de trabajo creativo continuado y me
temo que no puedo apoyar los intentos de
animar y subvencionar eso. La creatividad
solo puede ser an�rquica, capitalista,
Darwiniana.
Marshall: En 1967 usted escribi� un
influyente ensayo titulado "Hacia la Guerra
de guerrillas Semiol�gica" donde defendi�
que el objetivo importante para cualquiera
comprometido en la guerrilla cultural no era
el estudio de la televisi�n, pero s� los
sillones de audiencia televisiva. En otras
palabras: si se puede dar a la gente
herramientas que les ayuden a ser cr�ticos
con los mensajes que est�n recibiendo, estos
mensajes pierden su potencial como apoyos
pol�ticos subliminales.
�Pero a qu� tipo de herramientas cr�ticas se
refer�a - a las mismos que ayuda a leer una
p�gina sobre Flaubert?
Eco: estamos hablando acerca de un rango de
habilidades simples. Despu�s de a�os de
pr�ctica, yo puedo caminar en una librer�a y
entender su esquema en unos segundo. Clavar
la mirada en el dorso un libro y hacer una
buena suposici�n sobre sus contenidos en
base a varias se�ales. Si veo las palabras
la Harvard University Press, s� que
probablemente no ser� un romance barato. En
la Red no tengo esas habilidades.
Marshall: Y encima tiene el problema de que
est� paseando por una librer�a donde todos
los libros yacen en montones tirados en el
suelo.
Eco: Exactamente. �As� que como puedo
orientarme en el enredo? Intento aprender
algunas normas b�sicas. Pero tambi�n hay
problemas aqu�: si yo pulso sobre un URL que
acaba con .indiana.edu pienso, Ah - esto
debe tener algo que ver con la Universidad
de Indiana. Falso como el mism�simo
infierno: el indicador es enga�oso, dado que
hay personas que usan ese dominio para
anunciar todos tipo de material, y la
mayor�a de ellos tiene poco o nada que ver
con la educaci�n. Tienes que buscar tu
camino a trav�s de los signos. Tienes que
reciclar las habilidades semiol�gicas que te
permiten distinguir un poema pastoral de un
sketch sat�rico, y aplicarlos al problema,
por ejemplo, de discernir los sitios
filos�ficos serios de los delirios
lun�ticos.
Estaba mirando sitios neonazis el otro d�a.
Si se conf�a en l�gica buscador, se podr�a
llegar a la conclusi�n de que los sitios m�s
fascitas de todos son aquellos donde la
palabra Nazi puntua m�s alto. Pero de hecho
resultar pertenecer a un organismo
antifascista.
Se pueden aprender estas habilidades por
ensayo y error, o puedes pedir consejo a
otros usuarios de la Red. Pero el m�todo m�s
r�pido y efectivo es estar en un lugar
rodeado de gente, cada una con distintos
niveles de competencia, y cada una con
experiencias en l�nea que puedan poner en
com�n. Es como el novato en que se vuelve
uno. Los folletos universitarios no dicen
"No vayas a las clases del profsor Fulanito,
porque es un viejo aburrido" pero los
estudiantes de segundo a�o que se encuentran
en el bar estar�n felices de echarle una
mano. |
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