II
INAUGURACIÓN DE LA IGLESIA Y APERTURA DE LA
ESCUELA - INTERNADO DE ARTES Y OFICIOS
1. INAUGURACIÓN DE LA IGLESIA
Algunos sucesos de aquellos días
2. ESCUELAS DE ARTES Y OFICIOS CON INCIPIENTE GRANJA DE CINCO VACAS

3. LLEGADA DEL H° FARIÑAS Y APERTURA DE LA ESCUELA INTERNADO

Llegada del H° Luis Fariñas
Apertura de la Escuela Internado aguaruna
4. NOTICIAS AGUARUNAS CON MOTIVO DE LA ESCUELA
Carta al Provincial y Prefecto Apostólico

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

II

INAUGURACIÓN DE LA IGLESIA Y APERTURA DE LA

ESCUELA - INTERNADO DE ARTES Y OFICIOS

1. INAUGURACIÓN DE LA IGLESIA

En junio del 51 podemos ya reanudar los trabajos de la Iglesia, con la desapa­rición total de las epidemias y la vuelta de los aguarunas de sus centros escondidos. Hay que hacer constar una vez más que gracias al interés que pusieron ellos en el trabajo, pudo estar ya casi terminada a principios de septiembre de 1951. Con fe­cha 7 de dicho mes le escribía al P. Benedicto de Lekue, Superior Pasionista de Puerto Patria y Párroco de Borja:

Gracias a Dios ya podemos decir en el Nieva que tenemos Iglesia. Nos ha costa­do no pocos sudores. Fuera de unos cuantos civilizados entusiastas, los aguarunas han sido el elemento principal. Sin ellos, no hubiéramos podido llevarla a feliz térmi­no. No vaya a creer que es una maravilla de arte. No pasa de ser sino una choza grande embarrada, con dos puertas de aguano rústicamente elaboradas, dados los medios de que disponemos

En su construcción resaltó sobre manera la actuación desinteresada y ejemplar de Don Manuel del Aguila Grandez. Gobernador del distrito, que dirigió la obra. Tam­bién merece mencionarse por su entusiasmo Don Alfonso Benzús Arévalo y entre los aguarunas, como coordinador de ellos, Alberto Longinote, alias Cervantes.

Monseñor pudo cumplir sus deseos de visitarnos en Octubre. Por carta ha­bíamos fijado previamente que el 27 de septiembre bajaría él a Pomará, a donde irían diez cargueros de Shushunga para traer las cargas y yo le estaría esperando con motor en Shushunga. Efectivamente así se realizó.

Yo salí del Nieva el 19 de septiembre en motor alquilado de D. Manuel del Agui­la, porque nuestro Jonhson de 10 H. P., regalo de la Madre María de las Nazare­nas, se había malogrado. Y aproveché para ir visitando todos los aguarunas cristia­nos a lo largo del Marañón.

En la boca del Chiriaco me detuve, para conocer y saludar a dos gringos del Ins­tituto Lingüístico, pastor Tito Nikel y su reemplazante Ray Wakelin. Precisamente en aquellos momentos acuatizaba el hidroavión que llevaría al 1ro a Pucallpa. Ambos me saludaron cortésmente en español, que hablaban con dificultad. De la charla y am­biente que percibí, deduje que eran más proselitistas que lingüistas. El 25 por la tar­de bauticé 17 niños aguarunas y 26 al día siguiente, todos ellos del Chiriaco.

El 29 podía ya abrazar en Shushunga a Monseñor, que venia tan jovial, con­tando todas sus peripecias pasadas. El 1ro de octubre emprendimos viaje al Nieva y por falla del motor no pudimos llegar hasta el 3 al mediodía. Al pasar el Guaracayo pudimos apreciar muy bien el pongo nuevo que se había formado al final de él, en la gran creciente del 20 de abril último, la mayor del siglo, según decían.

Mons. Ignacio García M. inauguró oficialmente nuestra Iglesia el 13 de octubre de 1951. La bendijo solemnemente de manera ritual bajo el título de nuestra Seño­ra de Fátima, igualmente que el altar y sagrario hechos por el Sr. Vallés y las 4 imá­genes que adquirí en el taller Santa Teresita: Virgen de Fátima. Corazón de Jesús. San José y Santo Cristo, que gracias a Dios habían llegado en perfectas condicio­nes, después de tan largo viaje. El Comandante de Borja con varios oficiales y los Pasionistas de Borja. PP. Benedicto Lekue y Emilio Peña, asistieron a la ceremo­nia.

Los aguarunas se quedaban embobados mirando las imágenes y una por una fueron preguntando su significado. La que más les gustó fue la del Santo Cristo.

Mi Superior eclesiástico y religioso me acompañó hasta finales de mes. Aprove­ché para hacer mis Ejercicios de año y prepararme para el tiempo que tenía que quedarme solo, pues el hermano Salegui tenía que irse con Monseñor para hacer también los suyos y descansar una temporada. El hermano Fariñas que debía haber venido para sustituirle provisionalmente, no pudo viajar a última hora por fiebres palúdicas que le atacaron. Se quedó para el último viaje que se organizara.

Monseñor y el hermano surcaron contentos a Shushunga y yo me quedé solo, un po­co triste, porque desde niño había oído siempre decir que era malo estar solo. En mis recorridos y entradas por el mundo aguaruna ya tenía alguna experiencia de la soledad. Había experimentado que cuando personalmente no se busca y la dispone Dios con los acontecimientos, se hace llevadera para el cristiano que tiene fe, e in­cluso agradable, persuadido de que nunca está solo y siempre le acompaña Dios personalmente con sus ángeles y santos.

Esta debe ser la realidad espiritual de todo cristiano que vive unido a Dios, por más que al descreído le parezca ello un mito o puro sentimentalismo Con estas re­flexiones me tranquilicé y llegué a la conclusión de que estando con el Señor, no te­nía por qué estar triste, ni menos sentirme inseguro. Antes más bien más seguro que acompañado, porque al cristiano estando con Dios, nada le falta.

Además no estaba totalmente solo. Tenía en casa un muchacho aguaruna, lla­mado Mañuco, que me acompañaba, a quien había bautizado cinco años atrás. Era huérfano, callado, obediente y fiel. Me servía de cocinero, sacristán, popero, tanga­nero y hacía buenas migas con cualquiera que no fuera anormal o envidioso.

Algunos sucesos de aquellos días

Los más salientes de los cuatro meses y pico que me quedé solo, sin compañero jesuita, se los contaba al P. Estanislao Ilundáin en carta del 10 de enero del 52, de la que voy a transcribir aquello que creo puede más interesar:

Muy amado en Xto. P. Ilundáin: El correo del mes pasado me trajo su cartita del 15 de noviembre, que me supo a gloria. Era la única que recibía de los NN en víspe­ras de Navidad, y en la soledad en que me encuentro. Su carta pues me supo a cielo y me hizo pasar un rato delicioso, al pensar que ya lo tenemos aquí nuevamente y de Procurador de nuestra Misión, a Ud. que fue el verdadero impulsor y fundador de ella. Le felicito por ello, Padre y nos felicitamos todos los Misioneros del Marañón.

Aquí me tiene solito desde que el hermano Salegui se fue con el Rvmo. Prefecto para hacer sus Ejercicios anuales y descansar como lo merece. El hermano Fariñas, que prome­tió enviarme Monseñor en lugar del hermano Salegui, todavía no aparece. No sé qué habrá pasado, pues no he vuelto a tener noticias ningunas del resto de la Misión desde que se fue el Rvno.

Del hermano Salegui se acuerdan mucho las gentes de aquí, le echan de menos y continuamente me preguntan cuándo va a regresar y dónde está. Como estoy sin no­ticias del Monseñor, ignoro su paradero y no puedo complacer a tantos como me preguntan. El buen hermano Salegui ha dado ejemplo de trabeio: y aquí fue dejando sus carnes con tantos sudores y tanto interés como se tomó en las construcciones que se han levantado, de las que él fue el arquitecto y fac totum.

En medio de la soledad en que me encuentro he podido pasar estas Navidades con el gran consuelo de Jesús Sacramentado, del que carecimos el año pasado y del Nacimiento, que es la primera vez que lo pueden contemplar estas gentes aguarunas. Gracias a Dios nos ha salido regular para lo que aquí se puede y las imagencitas, pas­torcitos, ovejitas etc. que trajimos de Lima han gustado mucho, sobre todo el Niñito Dios.

El foco cíe luz de nuestro motorcito (regalo de un buen limeño), que iluminaba la cueva, obra de D. Julio Núñez, atraía grandemente en la noche a los cristianos viejos y a los aguarunas, tanto a los bautizados como a los todavía infieles. La Misa del Ga­llo resultó concurridísima y brillante, por razón de nuestra luz, que lucía espléndida­mente. Junto a nuestro Belén hemos cantado los tradicionales villancicos, que todos estos días resuenan constantemente por el pueblo en voces infantiles.

En la actualidad aquí me tiene haciendo de todo: misionero, sacristán, motorista, director de obras, granjero cuidador de gallinas, vacas y chivos (verdadera arca de Noé), sanitario y de vez en cuando hasta de cocinero. De ordinario tengo a un mu­chacho aguaruna, a quien bauticé hace cinco años: pero como el pobre entiende aún menos que yo del arte culinario, por necesidad tengo que meterme algunas veces en la cocina para hacer alguna tortilla española, francesa o aguaruna y alguna otra cosa más...

Como ya puede suponer no tengo tiempo para nada y se me pasan las horas volando con tantas cosas como tengo entre manos. Si se asomara por aquí, tan pronto me vería instruyendo algunos aguarunas para el santo Bautismo, como vigi­lando a los peones para que hagan algo y no se crucen de brazos, o metido a sanita­rio repartiendo medicinas, poniendo inyecciones y curando.

Voy a contarle lo que me sucedió hace pocos días, como botón de muestra de lo que es mi vida. Estaba rezando el Breviario en el sitio que va a ser el patio central de nuestras construcciones misionales, para que me vieran los peones que trabajaban en el terraplén del futuro colegio aguaruna, cuando de repente viene corriendo hacia mí un peón que tenía desyerbando en la huerta. Traía su mano derecha apretando fuer­temente su dedo pulgar izquierdo y agitando violentamente la mano como señal de dolor.

?Padre, me dice, la serpiente me acaba de picar aquí?. Y me enseña su dedo pul­gar y la herida que le ha hecho. Inmediatamente corro a mi botiquín de urgencia en busca de curarina y de la jeringa. Comienzo por amarrarle el dedo, para que el vene­no no pase al resto del organismo y localizarlo. Imito a los brujos aguarunas chupán­dole en el corte, después de hacerle una pequeña incisión con el bisturí y botándole fuera la sustancia venenosa con la sangre chupada. Este método me lo han recomen­dado varios médicos como el mejor para sacar el veneno de la picadura.

Como la operación de la chupada no da el resultado apetecido y el dolor no le calma, enseguida le doy a tomar dos cucharadas de curarina y le pongo una inyec­ción en el mismo dedo donde está el veneno de la serpiente para contrarrestarlo. El paciente ve las estrellas; pero pronto se calma, anima y regocija, cuando le desapare­ce el dolor.

La serpiente que le había picado era de las peores y más temidas de cristianos y aguarunas, llamada cascabel que es delgada, de menos de un metro. Abundan mucho por estas tierras y lleva ya segadas muchas vidas. La rápida intervención y la curarina tomada e inyectada impidieron que a Piro le segara también la suya...

Aquí tiene pues Padre un botón de muestra de mi vida solitaria en Santa María de Nieva. No deje de encomendarme al Señor.

La picadura de la serpiente o víbora no deja de ser un peligro constante en la selva aguaruna y también en la ceja de selva de todo el Vicariato. Porque serpientes y víboras venenosas abundan en bosques, caminos, chacras y hasta en las mismas casas.

Yo le pregunté una vez a un labrador de San Ignacio, amigo de quemar sus ro­zos, por qué los quemaba y no los dejaba para que se pudrieran y se convirtieran en guano y alimento de las plantas y me respondió que lo hacía principalmente para que murieran serpientes y víboras y no les picaran luego en sus deshierbos.

En la conquista y evangelización de América sin duda que un buen número de soldados y misioneros murieron de picaduras de serpientes. Por eso se cuenta en la vida del misionero jesuita español que evangelizó el Brasil. Beato José de Anchieta, que pidió al Señor que los misioneros jesuitas del Nuevo Mundo se vieran libres de picaduras de serpientes y hasta el presente no he oído referir que hayan picado a alguno.

2. ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS CON INCIPIENTE GRANJA DE CINCO VACAS

Cuando me interné en la selva jíbara y me puse en contacto con sus nativos abo­rígenes para evangelizarlos, pensé que lo mejor era comenzar con la niñez, con el fin de que la evangelización fuera más efectiva y duradera. Así lo habían hecho San Francisco Javier en la India y Japón y los Misioneros de América. A los adultos es más difícil poder cambiarles su mentalidad y costumbres contrarias al Evangelio. En cambio en las almas tiernas de los niños era más fácil modelar lo que se quisiera.

Sinceramente creí que en Santa María de Nieva había que comenzar con una Escuela de Artes y Oficios. En ella además de la enseñanza básica, se debía impar­tir a los niños aguarunas otros conocimientos prácticos para el desarrollo agrope­cuario de su tierra, con la ciencia experimental de laboreo de tierras, plantaciones, animales y oficios diversos para el progreso.

Ningún aguaruna, ni huambisa del Alto Marañón tenía vacas, ni probaba su le­che. Me persuadí que urgía la instalación de una granja, al estilo de la que los Mi­sioneros Pasionistas tenían plan de instalar en Santa Rosa del no Santiago cerca de Castro. Por eso ya antes de iniciar la construcción del Colegio aguaruna, había co­menzado en la Yunga, Santa Rosa y Bellavista mis primeras gestiones para traer al­gunas vacas que fueran el comienzo de dicha granja.

El P. Calabor comprendió enseguida la importancia y necesidad de fomentar entre los aguarunas este servicio. Y de mil amores se prestó a ser intermediario en su adquisición. Con él mantuve una serie de correspondencia sobre este asunto, cu­yos originales creyó oportuno dejarlos en el archivo de la Prefectura Apostólica, cuando él fue Vicario a la muerte de Mons. Albacete. Nueve copias conservo de ellos, desde el 12 de enero del 51 hasta el 29 de octubre del mismo año.

Para mayor seguridad nuestro primer proyecto fue traer las vacas por la trocha desde Huahuajín hasta Shushunga, obviando así los pongos desde Huahuajín a Yu­tupisa, que eran tan peligrosos. Por fin el contratista Don Miguel Mitidieri se animó a transportarlas por los pongos. Hizo la balsa en Pomará y desde allí se lanzo a vencerlos con todo éxito, llevando al Nieva sin novedad las cinco vacas y el temento comprados por el P. Calabor. El viaje lo hizo a mediados de octubre de 1951.

Esto se considero como una verdadera hazaña de Mitidíeri, pues tengo en­tendido que hasta entonces nadie se había atrevido hacerlo. De hecho fue la prime­ra prueba hecha en la Misión. Y como gracias a Dios tuvo tan buen resultado, en adelante ya todos los viajes de bajada comenzaron a hacerse por los pongos, aho­rrándose así varios días. En carta de 29 de octubre del 51 le comunicaba así al P. Calabor el feliz arribo de las vacas en estos términos:

Mí querido P. Calabor: las vacas, después de tantos sudores como le costaron, llegaron sin novedad, incluso el ternerito. Lo que se perdió fue el contrato y la filia­ción. No me explico cómo Mitidieri pudo perder ambos documentos. Como a Mon­señor le pareció haber entendido a Ud. que la cantidad pactada era de 1.200 soles, le entregué esta cantidad que él exigía.

Para esta incipiente granja solicité en Tierras de Montaña el fundito ?San José?, en el mismo río Nieva cerca del pueblo, que nos pareció bastante a propósito para el proyecto de la granja por su variedad de tierras y cercanía, que no tardó en adjudi­carse a la Prefectura Apostólica de San Francisco Javier con los fines arriba indica­dos de desarrollo agropecuario.

Desgraciadamente la incipiente granja de SAN JOSE no llegó a prosperar, por falta de personal adecuado que la cuidara y desarrollara y por otros motivos que se­ría largo enumerar. De esta manera los sudores del P. Calabor y míos quedaron en nada, humanamente hablando. En mí Diario 1952-1953 detallo lo que sucedió, pues desde noviembre del 52 hasta el 22 de abril de 53 había estado de viaje por Lima para mis Ejercicios, descansar y diversas gestiones.

El 23 de abril del 53, al visitar con el Hermano Salegui las invernas, quedé sorprendido de que ya sólo hubiera tres vacas y las tres en los huesos. La Estrella hacía ya 15 dí­as que se había rodado y la Pinta la encontramos muerta de dos días. Las invernas estaban monte sin ningún pasto. Me dio la impresión de que había habido cierto descuido, o quizá más bien que no había habido tiempo para ello, con tantas cosas como el hermano traía entre manos.

Con este fracaso se me quitaron pronto las ganas de seguir adelante con mi proyecto de granja, como parte integrante de la Escuela aguaruna de Artes y Ofi­cios. En lo sucesivo me limité al Colegio Internado aguaruna y me sentí un tanto defraudado en mis planes de desarrollo.

Más adelante, cuando en 1971 me enteré en la Coipa, que Mons. Hornedo ha­bía encargado al hermano Gregorio Garmendía transportar nuevo ganado al fundito San José del Nieva, con el fin de reanudar dicha granja proyectada, no pude menos de alegrarme y desearle un feliz éxito. El hermano Garmendía, experto en dichas lides, llegó a organizarla bien. Luego sentí mucho, que por razones que ignoro, tuviera que sa­lir del Nieva e irse a España y dejar dicha granja en manos inexpertas, sin que to­davía hubiera culminado su organización.

3. LLEGADA DEL H. FARIÑAS Y APERTURA DE LA ESCUELA - INTERNADO

Llegada del H. Luis Fariñas

Con la llegada improvisada del hermano Fariñas, el primer viernes 7 de marzo de 1952, sentí una gran satisfacción. Con su compañía y gran responsabilidad tenía fundadas esperanzas de que se aceleraran los trabajos de construcciones para po­der inaugurar la Escuela Internado de Artes y Oficios lo antes posible. En mi larga carta de tres folios al Viceprovincial del 1.15 de abril del 52, le informaba así de la lle­gada del Hermano y del avance en las construcciones:

?El hermano Fariñas ha llegado con grandes arrestos y está dando muestras de sólida virtud. Lástima que su salud no sea tan buena como sería de desear y que le afecte tanto la humedad de estas tierras en su descanso nocturno. Aunque con su virtud y amor al trabajo sabe disimularlo todo. Es muy habilidoso. Ha dirigido las dos prime­ras bancas que hemos estrenado en nuestra iglesia, que le han salido muy bien. Aho­ra se me ha ofrecido a hacer las primeras muestras de adobe para nuestras futuras construcciones.

Se preocupa grandemente de las cosas de la casa, hasta de las vacas y sabe cui­darlas con cariño y constancia. Y eso que casi toda su vida religiosa se ha dedicado a la enseñanza. Si este hermano se hubiera ejercitado e impuesto en los oficios más necesa­rios por estas latitudes, como son los de carpintero, albañil, chacarero y fontanero, estoy cierto que hubiera sido una notabilidad. Solamente la sanidad le atrae mico, pues siendo tan valiente como es, tiene miedo y pánico a clavarle a uno la aguja hi­podérmica. A mi no me quiso poner una inyección contra la gripe y al preguntarle yo por qué, me respondió: ¿Y si le mato?? Y yo mismo tuve que ponérmela.

En esta Semana Santa me atacó la gripe en un tiempo inoportuno, pero gracias .a Dios pude resistir bien, aunque fuera con algún cansancio y tardara más en reaccio­nar. Ni un solo día dejé la Santa Misa, ni guardé cama. Sólo me pasaba el día tum­bado después de los Oficios y de atender a varios enfermos graves Pero gracias a Dios ya pasó todo y me encuentro perfectamente.

Ya hemos terminado lo principal y más necesario del Colegio aguaruna y Come­dor escolar. Pronto si Dios quiere podremos ya dar comienzo a las clases con los aguarunas. Mi gramática y diccionario aguarunas los tengo todavía muy retrasados con tantas cosas como tengo entre manos y no poder sacar todo el tiempo que nece­sito para ello.

Así era el contenido principal de mi carta al Viceprovincial con motivo de la lle­gada del H. Fariñas. El fue el primer Misionero jesuita que hizo el viaje en balsa por los pongos desde arriba. El mismo, en carta al P. Ilundáin, describía con suma viveza su pase en balsa desde Huahuajín al Lorocache, algunas peripecias y su lle­gada a Santa María de Nieva de la siguiente forma:

En Yamakentsa... amaneció al fin. El río estaba muy crecido. Embalsamos y to­dos los indios se fueron a un saliente del río a vernos pasar el Pongo. La balsa más grande y pesada crujía al embate de la chiflonada y parecía deshacerse. El agua subía por encima, saltaba, se sumía en los pozos de tres y cuatro metros y daba vueltas a nuestra balsa, como un trompo. La espuma nos cubrió por completo y los bogas de­saparecían bajo el agua, lo mismo que las bolsas y todo lo que llevábamos en la balsa. Yo bien agarradito a los bejucos también me bañé bien. Hasta el sombrero se me mojó. Y así seguimos la serie de pongos, bien mojaditos, pues algunos, como el Lorocahe, estaban bravísimos. Por poco se lleva a un boga...

Llegamos a isla Canampa a las siete de la tarde. Nos quedamos a dormir en la ca­sa del aguaruna Alberto... Llovía más que cántaros. Parecían que echaban el agua con manguera y con un estruendo de truenos y relámpagos atronador, como para adormecer a cualquiera. Por añadidura las goteras nos obligaron a cambiar varias ve­ces de sitio... A las 4 de la madrugada ya empezó el indio a tocar su cuerno, al que contestaron las otras casas inmediatamente y nosotros lueguito a embalsar, para transbordar a la canoa.

Como es mucho más ligera y todos bogaban duro, a las 7,15 del día 7, primer Viernes de Marzo, llegamos al Nieva, donde nos encontramos al sorprendido P. Mar­tín Cuesta. Oímos la Santa Misa y comulgamos, dando gracias de todo corazón a Dios por el feliz viaje, pues si bien es verdad que estoy acostumbrado a ver viajar con­migo a la muerte en el estribo del carro, me parecía que en la balsa, al contacto del agua fresca, la muerte dejaba sentir más el frío de su guadaña afilada por la espuma de las olas...

Apertura de la Escuela Internado aguaruna

Llegó por fin el momento tan ansiado de poder inaugurar oficialmente, con la mayor solemnidad que pude hacerlo, la Escuela Internado de Artes y Oficios. Ello tenía lugar el lunes 8 de septiembre de 1952. Acto tan importante y sencillo lo hice constar así en mí Diario de junio del 52 a mayo del 53:

?A la Santa Misa cantada por mí y el Hermano Fariñas asisten únicamente los colegia­les aguarunas y Wenceslao Guerra. Al final de ella canto el Veni Creator Spiritus con las oraciones propias de la Iglesia, por razón de la apertura del Colegio aguaru­na SANTA MARIA y el comienzo de las clases.

A eso de las 10.30 a.m., con asistencia del Sr. Alcalde, Tte. Gobernador y varios vecinos del pueblo se procede a la inauguración oficial del Colegio aguaruna SANTA MARIA. El Padre comienza con unas breves palabras explicando la razón de ser del nuevo Colegio. Todos de pie rezamos el Padrenuestro para pedir al Señor la bendi­ción sobre él. A continuación se bendice el local de la nueva Escuela con las oracio­nes del Ritual. Tomo nota de los diez matriculados. Reparto libros, cuadernos y lápi­ces. Se lee el Reglamento provisional y se termina con el Himno Nacional.?

Tratándose de un hecho de tanta transcendencia para toda la región del Alto Marañón, el domingo siguiente a dicha inauguración, 14 de septiembre con la año­ranza de mi Cristo del Perdón, en que llegó el Correo de Bagua le escribí al Diputa­do de la Prov, de Bagua, Dr. Rodríguez Tafur J. una carta para informarle de ello, que creo merece consignarse en mis Memorias misioneras:

?Dr. Juan Manuel Rodríguez Tafur - Diputado por Bagua ? LIMA .Muy apreciado y respetado Sr. Diputado: Siento verdadero placer en poder diri­girle estas breves líneas para comunicarle que al fin, después de tanto tiempo, he po­dido ya dar comienzo a la Escuela Aguaruna de Artes y Oficios SANTA MARIA, que estaba en afanes de abrir lo antes posible.

La inauguramos el 8 de septiembre último con asistencia de todas las autoridades distritales. Los nuevos alumnos aguarunas pudieron rendir el homenaje debido a la enseña patria, que recién comienzan a conocer, ya que ella junto al Santo Cristo y una imagencita de la patrona Santa María presidía acto tan significativo y transcen­dental para toda esta región.

Es la primera Escuela Aguaruna de Artes y Oficios que se abre en estas tierras, donde los hijos de los indígenas, todavía en estado salvaje, aprenderán a conocer, respetar y amar a su Patria el Perú, donde han nacido y a ser ciudadanos dignos y conscientes de ella. Dios nuestro Señor quiera bendecir a manos llenas esta gran obra civilizadora, que esperamos ha de redundar en tanto bien de todas estas gentes tan necesitadas.

Hasta el presente van matriculados 32 alumnos: 20 internos y 12 externos.

Más no puedo por ahora recibir por falta de vestidos y alimentación, pues hay que tener en cuenta que todos ellos vienen calatitos; y a todos tengo que vestirlos y darles alimento gratuitamente. Le incluyo la nómina de los alumnos matriculados por si le fuese necesario para alguna de sus gestiones.

Para el próximo curso quiero ampliar el número de alumnado. Y no me será po­sible poder desarrollar el plan preconcebido, ni continuar la labor comenzada, si al­gún alma generosa como la suya no me ayuda, o si Ud. con su influencia y dinamis­mo característicos, no me consigue el mínimo presupuesto que solicité oportunamen­te, junto con el reconocimiento oficial de dicha escuela de artes y oficios. Como se trata de una cosa de mucha importancia y de cierta urgencia, le acabo de avisar tele­gráficamente vía Borja y vía Bagua. Muchos saludos a su Sra. Madre. De Ud. At. s.s. y amigo - José Martín Cuesta S. J. Párroco Misionero

El Hermano Fariñas por su parte escribía otra carta en el mismo correo al hermano Felipe Sebastián del 15 de septiembre, que por los pormenores de su contenido y lo bien escrita, merece hacerse constar en estas mis Memorias:

?La gran novedad por estos rincones ha sido la inauguración de la Escuela de Ar­tes y Oficios aguaruna ?Santa María?. Tuvo lugar el día ocho de septiembre, día de la Natividad de la Virgen, para que coincidiese con el nacimiento del colegio. Asistieron el Alcalde y Sra., el Teniente Gobernador, por estar ausente el Gobernador y otras cuatro personas.

En la mañana, Misa del Espíritu Santo cantada por mí y a continuación el Veni Creator etc. El local tenia dos carpetas y varias bancas, mesa del profesor, pizarra gran bandera peruana, mapa y presidiendo: el Crucifijo y una estatua de Ntra. Sra. del Recuerdo en su repisa, con varios cuadros.

Los alumnos pasan de la docena de aguarunas de pura sangre y vienen algunos externos de media sangre. Se espera bastantes más; y por falta de ropa para vestir­los, pues vienen desnudos o a lo más con etipi, será limitada la matrícula, hasta que se disponga de ropas. La comida a base de yuca y plátanos. Pescado no falta gracias a Dios. El dormitorio es amplio y ventilado. Los chicos están encantados y fuera de alguno que se corrió por el monte tras su familia, se los ve contentos.

Se siguen haciendo más carpetas, pues como tenemos aserradero propio, corta­mos los troncos, los cuadramos, los traemos, serramos y sacamos tablas de tres y cuatro metros y medio de largo, por medio de ancho y pulgada de grueso, o más, se­gún convenga. De madera tenemos cedro, cumana, muena, etc.

El local se sigue ampliando, pues como ya está el tejado completo, vamos hacien­do las clases por ahora con ripas de palma y después de adobes. Ya he hecho medio millar, que por la lluvia hacemos bajo techo... hasta que tengamos cantidad suficien­te. Tenemos también hecho el comedor, pero faltan las mesas, pues habiendo qué comer no importa dónde. Cuando se terminen las carpetas y otras cosas más necesa­rias, se harán las mesas si Dios quiere.

Las clases se tienen con toda seriedad mañana y tarde, a toque de pito. Y los no aguarunas vienen a ver con envidia, pues se les da libros, cuadernos, lapiceros, etc. La clase en que si toman parte los no aguarunas es en el juego de football, todos des­calzos por supuesto.

También se ha abierto la matricula para adultos en clases nocturnas. Y el domingo por la mañana tuve la primera clase para los mayores. Se sacó foto de la inauguración y de una familia que trajo a su hijo y se quedó unos días trabajando en la chacra, claro que el chico ya vestido y pelado.

El discurso de inauguración fue de circunstancias y sencillo. La bendición solemne­..... Y el reparto de útiles escolares ante las autoridades. También se inauguró el plu­viómetro del observatorio y quedamos sorprendidos algunos días en que pasa de 50 mm., hasta 86 mm., es decir que hay tormentas que nos regalan 86 litros de agua por metro cuadrado. Figúrese la humedad que gozaremos con estas lluvias cada tres o cuatro días.

4. NOTICIAS AGUARUNAS CON MOTIVO DE LA ESCUELA

La apertura de la Escuela de Artes y Oficios, que por circunstancias especiales e demoró más de un año, desde que se iniciaron los trabajos, había ido pro luciendo una serie de noticias interesantes de unos y otros, hasta de los mismos Guarenas, que ponían de manifiesto su finalidad y lo necesaria que era.

Para mí fue una gran satisfacción el poder abrirla, después de vencidas tantas difi­cultades. Cifraba en ella grandes esperanzas para el desarrollo, integración y evangelización de aguarunas y haumbísas, sobre todo al observar en ellos tan notable nsia por instruírse y alcanzar mejores niveles de vida.

De este tiempo conservo varias copias de cartas mías, que reflejan noticias, pre­ocupaciones y anhelos de aquellos días, previos y posteriores a la inauguración de Escuela. Selecciono dos: la que escribí al nuevo Provincial de Toledo P. Manuel Olleros, antiguo conteólogo mío de Granada, nacido en Béjar, cerca de mis aires natales de Tornavacas, escrita meses antes de la inauguración y la posterior a mi superior eclesiástico y religioso Mons. García M. La primera del 5 de marzo del 52 y la 2da del 17 de septiembre del mismo año:

Cartas Al Provincial Y Prefecto Apostólico

1ra. ?Muy amado en Xto. P. Provincial Manuel Olleros: Me complazco en man­darle algunas noticias de este mi puesto misional de Santa María de Nieva, que no dudo le interesarán.

Del edificio del Colegio aguaruna ya está en pie el armazón. Ahora falta el techo, que va a ser del material que aquí se acostumbra de unas hojas llamadas yarina y lue­go el cerco con panas y el embarre. Para junio ya creo podrá estar lo esencial y admitiré a los primeros niños aguarunas. Un buen grupo de ellos están esperando mi aviso para venirse enseguida, pues felizmente los más de los aguarunas tienen deseos de instruirse y aprender, sobre todo de leer y escribir y hacer cuentas, para que los malos cristianos no les engañen después en sus compras o ventas. Para entonces lo que me falta es maestro de escuela. Y sí Dios no lo remedia tendré forzosamente que meterme también a maestro, hasta que el Señor me depare alguno o varios.

Gracias a Dios en estos momentos no tenemos que lamentar ninguna epidemia, como la del sarampión del año pasado, que tanto nos dio que hacer. Los aguarunas a este respecto están ahora tranquilos, sobre todo los que viven por aquí cerca y nos vi­sitan con frecuencia. Los que viven lejos, metidos por los centros de su intrincada sel­va, andan siempre en guerras y matanzas interminables por su tan fanática creencia en brujerías. Es bien difícil quitarles de la cabeza esta idea de brujería. La llevan en la sangre. Siempre que se muere alguien en su familia, les brota enseguida el fanatismo del brujo y la obsesión de la venganza.

Todos los domingos en la catequesis doctrinal que tengo con los aguarunas ya bautizados y los catecúmenos, les inculco una y otra vez que se dejen ya de creer en brujerías, que esa idea se la mete en la cabeza el Demonio (Iguanchi) para acabar con todos los aguarunas y llevárselos a los infiernos. Algún efecto van haciéndoles mis prédicas. Pero dudo mucho que sea duradero, porque el aguaruna es muy aferrado a sus creencias y tradiciones.

En general estos indígenas de nuestra Misión, lo mismo aguarunas que huambi­sas, son duros de pelar para una conversión total y sincera y para llevar una vida ver­daderamente cristiana. Por el ambiente materializado que viven y por no tener ningu­na religión ni culto, fuera de un vago temor al más allá y a los espíritus especialmen­te al Iguanchi = Demonio, los aguarunas son propensos al indiferentismo y apatía re­ligiosa y muy poco inclinados a la piedad y devoción. El lograr que estos seres tan retrasados y apegados a sus tradiciones, entren de corazón en nuestra sacrosanta Re­ligión Católica y lleven una vida enteramente cristiana, será cosa de mucho tiempo y de un milagro de la gracia.

El trabajo ha de ser duro y al parecer infructuoso, pero con la gracia del Señor, que nunca falta a sus Misioneros, conseguiremos que estos infieles de nuestra Misión lleguen a ser modelos de cristianos. La educación de los niños en el Colegio de Pri­maria, que estamos en afanes de abrir y la formación de la mujer aguaruna con la ve­nida de las Madres, de necesidad urgente. esperamos que han de contribuir notable­mente a la conversión de aguarunas y huambisas...

Si el Señor nos envía Misioneros santos, que con su ejemplo y poder ante Dios transformen el ambiente y hagan revivir la piedad de los antiguos cristianos, no hay duda que se acelerará la conversión de estos infieles. Y si hay en la retaguardia mu­chas almas buenas que incesantemente importunen al Señor y a la Virgen a que se apiaden de estas pobres gentes, tampoco hay duda que se abreviarán los días para que todo este mundo infiel sea sinceramente cristiano. ¡Dios nuestro Señor así lo haga!

2da. ?Muy amado en Xto. Mons. Ignacio. García M.: La noticia más saliente de este mes que tengo que comunicarle, ya se le ha transmitido por telegrama, que supongo a estas alturas ya habrá recibido. Es la inauguración de la Escuela aguaruna de Artes y Oficios, que estábamos con tanto afán de abrir.

La ceremonia de apertura tuvo lugar el 8 de septiembre. Natividad de la Virgen. Asistieron al acto todas las Autoridades y varios vecinos. Después de unas breves pa­labras mías sobre el significado de las ceremonias y el fin que nos proponíamos con dicha Escuela, procedía a la bendición del local. La primera aula estaba bellamente adornada. El hermano Fariñas se había desvivido en hermosearía con mucho gusto, según las posibilidades. Presidían el Santo Crucifijo y una imagencita de la Virgen del Re­cuerdo que me obsequiaron los alumnos del Colegio de San José de Villafranca, don­de estuve de maestrillo, con una hermosa bandera del Perú al fondo. Pizarra, mapas, banderas, cuadros y sobre todo las dos primeras carpetas de 2.20 m. hechas por Don Lucho Guerra según el diseño del hermano, fueron la admiración de los concurrentes. Nunca habían visto cosa igual. La fiscal del pueblo no tenía nada de eso...

En cuanto abrí la matricula, se matricularon 12. Los hijos de los civilizados cristia­nos también querían matricularse. Varios padres de familia me lo suplicaron. Hasta ahora sólo he admitido aguarunas de pura sangre y unos cuantos de media. Todos ellos de transición, que están aprendiendo a deletrear. El más adelantado es un mu­chacho aguaruna, llamado el Chino, a quien bauticé hace varios meses con el nom­bre de José Luis. Es chico despierto y muy bueno, que de pequeño estuvo en la es­cuela de Wachinsa del pastor Winams

Internos solamente podré admitir en estos meses unos 20. No alcanzan los vesti­dos para más. Lástima que los roperos de Lima no me hayan enviado más... Los ví­veres también andan escasos, lo mismo que los fondos para poder adquirirlos. Por eso en mis anteriores cartas le suplicaba prevenirlo a tiempo...

De maestro estoy haciendo yo. El hermano Fariñas ha comenzado clases nocturnas con aguarunas mayores. Para el curso próximo hay que pensar en traer uno o dos maes­trillos, pues los alumnos se duplicarán o triplicarán según la propaganda. Los alum­nos aguarunas están muy contentos y con grandes deseos de aprender. Como casi ninguno de ellos sabe castellano, tengo que hablarles a veces en aguaruna, aunque de ordinario les hablo en nuestra lengua para que vayan aprendiéndola.

Todos los días mañana y tarde juegan al fútbol y gozan la mar pateando la pelota con sus pies descalzos...?.

Con la compañía del hermano Fariñas puedo ya ausentarme del Nieva para hacer al­gún breve recorrido. Así en la semana del 22 al 30 de junio del 52 viajé en nuestra canoa Santa Teresita, que yo mismo podía ya manejar. Llevaba de ayudantes tres aguarunas y de compañeros dos niñitos: a Segundo, hijo de D. Juan Ismiño, matri­culado en la escuela fiscal del Nieva por haberse clausurado la de San Juan y, a Es­tanislao, niño aguaruna muy alegre y despierto que había bautizado en enero de 1947 y ya había recibido como primer alumno de la Escuela aguaruna SANTA MARIA.

De este viaje y de los padres de Estanislao, Papio y Secuta, recuerdo una grata anécdota que voy a referir. Nada más llegar a San Juan de las Montañas en el río Santiago, recibo aviso de los padres que les dejara a su Estanislao, pues ya no que­rían que se matriculara en la Escuela del Nieva. Al día siguiente se presentan con 4 hijitos de 1 a 6 años para que los bautíce. Los puse los nombres de Emilio, Juan. Manuel e Isabel. Les regalé vestiditos y medallitas. Contentísimos los padres. Al de­cirles que me llevaría al Nieva a su Estanislao porque él me lo pedía, bajan sus ojos tristes sin atreverse a decir que no. Regalo a la madre un vestido. Se le escaparon a Secuta unas lágrimas silenciosas y ambos dieron ya al hijo el permiso para matricu­larse.

Papio al despedirse de mí, me dijo conmovido estas palabras que nunca podré olvidar, reflejo del ambiente y mentalidad aguaruna: ?Apaguá púmata, mino uchi shin euítángata, tunchi máhueipa?, que quiere decir en cristiano: ?Padre adiós, cui­da bien a mi hijo para que no me lo mate el tunchi (brujo malo)?. <>