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Repositorio de textos

Redes de indignación y esperanza [eBook]

CAMBIAR EL MUNDO EN LA SOCIEDAD RED

«Hemos derribado el muro del miedo

Vosotros derribasteis el muro de nuestra casa

Reconstruiremos nuestros hogares

Pero vosotros no levantaréis nunca más ese muro del miedo»

Tuit de @souriastrong (Rawia Alhoussaini), en Tahrir.

6 Leave a comment on paragraph 6 0 A lo largo de la historia, los movimientos sociales han sido, y siguen siendo, las palancas del cambio social1. Normalmente surgen de una crisis en las condiciones de vida que hace que a la mayoría de la gente le resulte insoportable el día a día. Les mueve una profunda desconfianza en las instituciones políticas que gestionan la sociedad. La mezcla de deterioro de las condiciones materiales de vida y una crisis de legitimidad de los gobernantes y su gestión de los asuntos públicos induce a la gente a tomar sus asuntos en sus manos, participando en acciones colectivas diferentes de los canales institucionales prescritos, para defender sus reivindicaciones y, en última instancia, cambiar a los gobernantes e incluso las reglas que conforman su vida. Sin embargo, este comportamiento conlleva riesgos porque el mantenimiento del orden social y la estabilidad de las instituciones políticas expresan relaciones de poder que se ejercen, llegado el caso, mediante la intimidación y, como último recurso, con el uso de la fuerza. Por experiencia histórica, y observando los movimientos analizados en este libro, se deduce que los movimientos sociales suelen desencadenarse por lo general por emociones derivadas de algún acontecimiento que ayuda a los manifestantes a superar el miedo y a desafiar al poder, a pesar del peligro inherente de sus acciones. Efectivamente, el cambio social supone una acción, individual, colectiva o ambas a la vez, que, en su base, tiene un motivo emocional como todo comportamiento humano según las recientes investigaciones en neurociencia social2. En el contexto de las emociones básicas que han identificado los neuropsicólogos (miedo, asco, sorpresa, tristeza, alegría e ira)3, la teoría de la inteligencia afectiva en la comunicación política4 sostiene que el desencadenante es la ira y el represor es el miedo. La ira aumenta con la percepción de una acción injusta y con la identificación del agente responsable de la acción. El miedo desencadena la ansiedad, que se asocia con la evitación del peligro. El miedo se supera compartiéndolo e identificándose con otros en un proceso de acción comunicativa. Entonces se pasa a la ira, que lleva a un comportamiento que asume riesgos. Cuando el proceso de acción comunicativa induce la acción colectiva y se efectúa el cambio, la emoción positiva más fuerte prevalece: el entusiasmo, que potencia la movilización social deliberada. Los individuos entusiastas y conectados, una vez superado el miedo, se transforman en un actor colectivo consciente. El cambio social es el resultado de la acción comunicativa que supone la conexión entre redes de redes neuronales de los cerebros estimulados por señales de un entorno de comunicación a través de las redes de comunicación. La tecnología y morfología de estas redes de comunicación dan forma al proceso de movilización y, por tanto, de cambio social, en tanto que proceso y resultado. En los últimos años, la comunicación a gran escala ha experimentado una profunda transformación tecnológica y organizativa con el auge de lo que he denominado autocomunicación de masas, basada en redes horizontales de comunicación interactiva y multidireccional en Internet y, cada vez más, en redes de comunicación inalámbricas, la plataforma de comunicación prevalente en la actualidad en todas partes5. Éste es el nuevo contexto, en el corazón de la sociedad red como nueva estructura social, en la que se están formando los movimientos sociales del siglo XXI.

7 Leave a comment on paragraph 7 0 Los movimientos estudiados en este libro, y otros movimientos sociales similares que han surgido en el mundo, se originaron a partir de una crisis económica estructural y de una profunda crisis de legitimidad (véase el Apéndice de este capítulo). La crisis financiera que sacudió los cimientos del capitalismo informacional global a partir de 2008 puso en entredicho la prosperidad en Europa y Estados Unidos, amenazó gobiernos, países y grandes corporaciones con el hundimiento financiero, y provocó una importante reducción del estado del bienestar en el que se ha fundado durante décadas la estabilidad social6. La crisis mundial de alimentos en 2010 afectó al sustento de la mayoría de la gente en los países árabes, ya que el precio de los alimentos básicos, y especialmente del pan, alcanzó niveles inasequibles para una población que gasta la mayor parte de sus escasos ingresos en comida. La desigualdad social rampante en todas partes se volvió intolerable para muchos que sufría la crisis sin esperanza ni confianza. La caldera de la indignación social y política llegó a su punto de ebullición. Sin embargo, los movimientos sociales no surgen sólo de la pobreza o de la desesperación política. Requieren una movilización emocional desencadenada por la ira contra la injusticia flagrante y por la esperanza de la posibilidad de un cambio como resultado de los ejemplos de levantamientos que han tenido éxito en otras partes del mundo; cada revuelta inspira la siguiente transmitiendo en red imágenes y mensajes a través de Internet. Además, a pesar de las agudas diferencias entre los contextos en los que surgieron estos movimientos, hay ciertas características comunes que constituyen un patrón común: la forma de los movimientos sociales en la era de Internet.

8 Leave a comment on paragraph 8 0  

Los movimientos sociales en red: ¿un modelo emergente?

9 Leave a comment on paragraph 9 0 Los movimientos sociales estudiados en este libro, así como otros que han tenido lugar en los últimos años7, presentan una serie de características comunes.

10 Leave a comment on paragraph 10 0 Están conectados en red de numerosas formas. El uso de Internet y de las redes de comunicación móviles es fundamental, pero la forma de conexión en red es multimodal. Esta conexión incluye redes so­ciales online y offline, así como redes sociales ya existentes y otras formadas durante las acciones del movimiento. Las redes están den­tro del movimiento, con otros movimientos del mundo, en la blo­gosfera, en los medios de comunicación y en la sociedad en general. Las tecnologías de conexión en red son valiosas porque proporcio­nan la plataforma para esta práctica creciente de la conexión en red continuada que evoluciona a medida que cambia el movimiento. Aunque los movimientos suelen estar arraigados en espacios urbanos mediante la ocupación y las manifestaciones, su existencia continua­da tiene lugar en el espacio libre de Internet. Como son una red de redes, pueden permitirse no tener un centro identificable y, sin em­bargo, llevar a cabo las indispensables funciones de coordinación, así como de deliberación, mediante la interacción de múltiples nodos. Por eso no necesitan un liderazgo y un centro de mando y control formales, ni tampoco una organización vertical que distribuya la información e instrucciones. Esta estructura descentralizada maxi­miza las oportunidades de participación en el movimiento, teniendo en cuenta que estas redes son abiertas, sin límites definidos, y se reconfiguran continuamente de acuerdo con el nivel de participación de la población. También reduce la vulnerabilidad del movimiento a las amenazas de represión, ya que hay pocos objetivos específicos que reprimir, excepto los lugares ocupados, y la red puede reformar­se siempre que haya suficientes participantes en el movimiento, co­nectados libremente por sus objetivos comunes y sus valores com­partidos. La conexión en red como forma de vida del movimiento le protege tanto de sus adversarios como de los propios peligros inter­nos de burocratización y manipulación.

11 Leave a comment on paragraph 11 0 Si bien estos movimientos suelen comenzar en las redes sociales de Internet, se convierten en movimiento al ocupar el espacio urbano, ya sea mediante la ocupación permanente de plazas públicas o por las manifestaciones continuadas. El espacio del movimiento se hace siempre mediante interacciones entre el espacio de los flujos de Internet y las redes de comunicación inalámbricas, y el espacio de los lugares ocupados y de los edificios simbólicos objetivo de las accio­nes de protesta. Este híbrido de ciberespacio y espacio urbano cons­tituye un tercer espacio que yo llamo el espacio de la autonomía. El motivo es que la autonomía sólo se puede garantizar mediante la capacidad de organización en el espacio de libertad de las redes de comunicación, pero al mismo tiempo únicamente se puede ejercer como fuerza transformadora si se desafía el orden institucional disci­plinario recuperando el espacio de la ciudad para sus ciudadanos. La autonomía sin desafío se convierte en retirada. El desafío sin una base permanente de autonomía en el espacio de los flujos equivale a un activismo discontinuo. El espacio de autonomía es la nueva forma espacial de los movimientos sociales en red.

12 Leave a comment on paragraph 12 0 Los movimientos son locales y globales a la vez. Empiezan en deter­minados contextos, por sus propias razones, crean sus propias redes y construyen su espacio público ocupando el espacio urbano y co­nectándose a las redes de Internet. Pero son también globales porque están conectados en todo el mundo, aprenden de las experiencias de los demás y de hecho a menudo se inspiran en esas experiencias para movilizarse. Además, mantienen un debate global permanente en Internet y a veces convocan manifestaciones conjuntas globales en la red de espacios locales al mismo tiempo. Manifiestan un conoci­miento de los problemas compartidos por la humanidad en general y muestran una clara cultura cosmopolita, si bien siguen arraigados en su identidad específica. Prefiguran hasta cierto punto la sustitu­ción de la actual división entre la identidad comunal local y la conexión en red individual global.

13 Leave a comment on paragraph 13 0 Como muchos otros movimientos sociales de la historia, han ge­nerado su propia forma de tiempo: el tiempo atemporal, una forma transhistórica de tiempo, combinando dos tipos de experiencia dis­tintos. Por una parte, en las acampadas, viven día a día, sin saber cuándo se producirá el desalojo, organizando su vida como si pudie­ra ser la sociedad alternativa de sus sueños, sin límite temporal y li­bres de las obligaciones cronológicas de sus vidas disciplinadas ante­riores. Por otra parte, en sus debates y proyectos hacen referencia a un horizonte de posibilidades ilimitado de nuevas formas de vida y comunidad que surgen de la práctica del movimiento. Viven el mo­mento en cuanto a su experiencia, y proyectan su tiempo en el futu­ro de la historia en cuanto a sus expectativas. En medio de estas dos prácticas temporales, rechazan el tiempo de reloj sumiso, impuesto por los cronómetros de su existencia. Puesto que el tiempo humano sólo existe en la práctica humana, este tiempo atemporal no es me­nos real que el tiempo medido del obrero en la línea de montaje o el tiempo sin pausa del ejecutivo financiero. Es un nuevo tiempo alter­nativo, híbrido entre el ahora y el ahora de larga duración.

14 Leave a comment on paragraph 14 0 En cuanto a su génesis, estos movimientos son en gran medida espontáneos en su origen, desencadenados por lo general por una chispa de indignación relacionada con un acontecimiento concreto o bien porque han llegado al límite de repugnancia ante el comportamiento de los gobernantes. En todos los casos se originan mediante una llamada a la acción desde el espacio de los flujos que pretende crear una comunidad instantánea de prácticas insurgentes en el espacio de los lugares. El origen de la convocatoria es menos relevante que el impacto del mensaje en los destinatarios múltiples y no específicos, cuyas emociones conectan con el contenido y la forma del mensaje. El poder de las imágenes es primordial. YouTube ha sido probable­mente una de las herramientas de movilización más poderosas en las primeras fases del movimiento. Especialmente significativas son las imágenes de represión violenta por parte de la policía o de matones a sueldo.

15 Leave a comment on paragraph 15 0 Los movimientos son virales, siguiendo la lógica de las redes de Internet. Esto no es sólo por el carácter viral de la difusión de los propios mensajes, especialmente de las imágenes movilizadoras, sino por el efecto modelo de los movimientos que surgen por todas partes. Hemos observado el contagio viral entre países, ciudades e instituciones. Ver y oír las protestas en otros sitios, incluso en contextos distantes y culturas diferentes, inspira la movilización porque dispara la esperanza en la posibilidad de un cambio.

16 Leave a comment on paragraph 16 0 La transición de la indignación a la esperanza se consigue mediante la deliberación en el espacio de la autonomía. La toma de decisiones produce habitualmente en asambleas y comisiones designadas en éstas. De hecho, suelen ser movimientos sin líderes. No por falta de candidatos, sino por la profunda desconfianza espontánea de la mayoría de los participantes hacia cualquier forma de delegación de poder. Esta característica esencial de los movimientos observados es el resultado directo de una de las causas del movimiento: el rechazo de los representantes políticos por los representados al sentirse traicionados y manipulados en su experiencia de la política habitual. Hay muchos casos en los que algunos de los participantes son más activos o influyentes que otros, sólo por el hecho de dedicarse plenamente al movimiento. Pero estos activistas son aceptados solamente mientras no tomen decisiones importantes por su cuenta. Por eso, a pesar de las tensiones obvias en el día a día del movimiento, la norma implícita ampliamente aceptada es la del autogobierno del movimiento por la gente del movimiento. Se trata al mismo tiempo de un procedimiento organizativo y de un objetivo político: establecer las bases de una futura democracia real practicándola en el movimiento.

17 Leave a comment on paragraph 17 0 Las redes horizontales multimodales, tanto en Internet como en el espacio urbano, dan lugar a la unidad. Éste es un factor clave para el movimiento porque la gente unida supera el miedo y descubre la esperanza. La unidad no es comunidad porque la comunidad supone un conjunto de valores comunes, y éste es un trabajo que todavía se está haciendo en el movimiento, ya que la mayoría de la gente llega a él con sus propias motivaciones y objetivos, dispuestos a descubrir posibles puntos en común en la práctica del movimiento. Así pues, la comunidad es un objetivo, pero la unión es un punto de partida y la fuente de empoderamiento: «Juntas podemos». La horizontalidad de las redes favorece la colaboración y la solidaridad, socavando la necesidad de un liderazgo formal. Por eso, lo que parece ser una forma ineficaz de deliberación y toma de decisiones es, de hecho, la base necesaria para generar confianza, sin la cual no podría emprenderse ninguna acción común frente a una cultura política caracterizada por la competencia y el cinismo. El movimiento desarrolla sus propios antídotos contra la prevalencia de los valores sociales contra los que luchan. Éste es el principio constante que surge de los debates de todos los movimientos: no sólo el fin no jus­tifica los medios; de hecho, el medio representa en sí mismo los objetivos de la transformación que se desea.

18 Leave a comment on paragraph 18 0 Son movimientos altamente autorreflexivos. Se interrogan constantemente sobre sí mismos como movimientos y como individuos sobre quiénes son, qué quieren, qué tratan de conseguir, a qué tipo de democracia y sociedad aspiran y cómo evitar las trampas y dificultades de tantos movimientos que han fracasado al reproducir los mecanismos del sistema que quieren cambiar, especialmente en cuanto a la delegación política de la autonomía y soberanía. Esta autorreflexión se manifiesta en el proceso de deliberaciones asamblearias y en numerosos foros de Internet, en miles de blogs y discusiones de grupos en las redes sociales. Uno de los temas clave a deba­te es la cuestión de la violencia que los movimientos, en todas partes, encuentran. En principio son movimientos no violentos que, normalmente, llevan a cabo una desobediencia civil pacífica. Pero tienen necesariamente que ocupar espacios públicos y participar en tácticas al margen de la institucionalidad para presionar a las autoridades políticas y organizaciones empresariales, ya que no reconocen la via­bilidad de una participación equitativa en los canales institucionales. Por eso, la represión, a distintos niveles de violencia dependiendo del contexto institucional y de la intensidad del desafío para el movimiento, es una experiencia recurrente en el proceso de acción co­lectiva. Como el objetivo de todos los movimientos es hablar en nombre de la sociedad en general, es fundamental consolidar su legitimidad yuxtaponiendo su carácter pacífico a la violencia del siste­ma. Los efectos de la violencia son contradictorios. Por una parte, las imágenes de la violencia policial han conseguido una mayor simpa­tía para el movimiento entre la ciudadanía y han reactivado el pro­pio movimiento. Por otra parte, es difícil, individual y colectiva­mente, contener el instinto de autodefensa. Esto fue especialmente importante en el caso de las revueltas árabes cuando, enfrentados a repetidas masacres usando la máxima violencia militar, algunos mo­vimientos democráticos se convirtieron al final en contrincantes de cruentas guerras civiles. La situación es obviamente distinta en las democracias liberales, pero la arbitrariedad y la impunidad de la violencia policial en muchos casos abren la vía para la acción de pe­queños grupos decididos a enfrentarse al sistema con violencia a fin de poner de manifiesto su carácter violento. La violencia proporcio­na imágenes selectivas y espectaculares para los medios de comuni­cación, y hace el juego a los políticos y líderes de opinión cuyo obje­tivo es suprimir lo más rápido posible las críticas que el movimiento representa. La espinosa cuestión de la violencia no es simplemente un asunto de táctica. Es la cuestión que define la vida y la muerte de los movimientos, ya que éstos sólo tienen la posibilidad de materia­lizar el cambio social si su práctica y su discurso generan consenso en toda la sociedad (el 99%)8.

19 Leave a comment on paragraph 19 0 Estos movimientos raramente son movimientos programáticos, ex­cepto cuando se centran en un único objetivo claro: acabar con la dictadura. Tienen numerosas reivindicaciones: la mayor parte del tiempo, todas las posibles reivindicaciones de los ciudadanos deseo­sos de decidir sus condiciones de vida. Pero como las reivindicacio­nes son múltiples y las motivaciones ilimitadas, no pueden formali­zar ninguna organización ni liderazgo porque su consenso, su unión, depende de la deliberación y de las propuestas para cada caso, no de cumplir un programa elaborado a partir de demandas concretas: en esto radican su fuerza (amplio atractivo para todos) y su flaqueza (¿cómo se puede conseguir algo cuando no se han definido los obje­tivos?). Por consiguiente, no pueden centrarse en una tarea o proyec­to. Por otra parte, no pueden canalizarse en una acción política que sea demasiado pautada. Por tanto los partidos políticos no pueden captarlos (ya que la desconfianza en ellos es general), aunque puedan aprovecharse del cambio de mentalidad provocado por el movi­miento en la opinión pública. Por tanto, son movimientos sociales, con el objetivo de cambiar los valores de la sociedad, y también pueden ser movimientos de opinión pública, con consecuencias electorales. Pretenden cambiar el estado, pero no apoderarse de él. Expresan sentimientos y agitan el debate, pero no crean partidos ni apoyan gobiernos, aunque puedan ser el objetivo del marketing político. No obstante, son muy políticos en un sentido fundamental. Especialmente cuando proponen y practican una democracia deliberativa directa basada en la democracia en red. Proyectan una nueva utopía de de­mocracia en red basada en comunidades locales y virtuales en inte­racción. Pero las utopías no son mera fantasía. La mayoría de las ideologías políticas modernas de donde surgen los sistemas políticos (liberalismo, socialismo, comunismo) tienen su origen en utopías. Porque las utopías se convirtieron en fuerza primordial al encarnarse en la mente de la gente, inspirando sus sueños, guiando sus acciones e induciendo sus reacciones. Lo que proponen estos movimientos sociales en red en la práctica es una nueva utopía en el centro de la cultura de la sociedad red: la utopía de la autonomía del sujeto frente a las instituciones de la sociedad. Efectivamente, cuando las sociedades no consiguen gestionar sus crisis estructurales con las instituciones existentes, el cambio sólo puede producirse fuera del sistema mediante la transformación de las relaciones de poder que empieza en la mente de la gente y se desarrolla en forma de redes construidas con los proyectos de nuevos actores que se constituyen en sujetos del nuevo proceso histórico. E Internet, que, como todas las tecnologías, expresa un patrón cultural, es una plataforma privilegiada para la construcción de la autonomía social.

20 Leave a comment on paragraph 20 0  

Internet y la cultura de la autonomía

21 Leave a comment on paragraph 21 0 El papel de Internet y de la comunicación inalámbrica en el actual movimiento social en red es fundamental, tal como queda docu­mentado en este libro. Pero su comprensión se ha visto oscurecida por un debate sin sentido en los medios de comunicación y en los círculos académicos que niegan que las tecnologías de la comunica­ción estén en la raíz de los movimientos sociales. Esto es obvio. Ni Internet ni ninguna otra tecnología, para el caso, puede ser origen de una causalidad social. Los movimientos sociales surgen de las contra­dicciones y conflictos de sociedades específicas, y expresan las revuel­tas y los proyectos de la gente que son resultado de su experiencia multidimensional. Sin embargo, al mismo tiempo, es fundamental hacer hincapié en el papel decisivo de la comunicación en la forma­ción y práctica de los movimientos sociales, ahora y a lo largo de la historia9. Porque las personas sólo pueden desafiar a la dominación conectando entre sí, compartiendo la indignación, sintiendo la unión y construyendo proyectos alternativos para ellas y la sociedad en su conjunto. Su conectividad depende de las redes interactivas de comunicación. Y la forma fundamental de comunicación horizontal a gran escala en nuestra sociedad se basa en Internet y las redes ina­lámbricas. Además, es a través de estas redes de comunicación como los movimientos viven y actúan, obviamente en interacción con la comunicación cara a cara y con la ocupación del espacio urbano. Pero las redes de comunicación digital son un elemento indispensa­ble en la práctica y la organización de estos movimientos tal como los conocemos. Los movimientos sociales en red de nuestra época se basan en gran medida en Internet, un elemento necesario aunque no suficiente de su acción colectiva. Las redes sociales digitales basadas en Internet y en plataformas inalámbricas son herramientas decisivas para movilizar, organizar, deliberar, coordinar y decidir. Sin embar­go, el papel de Internet va más allá de la instrumentalidad: crea las condiciones para una forma de práctica compartida que permite a un movimiento sin líderes sobrevivir, deliberar, coordinar y expan­dirse. Protege el movimiento contra la represión de sus espacios físi­cos liberados manteniendo la comunicación entre la gente que lo conforma y con la sociedad en general en la larga marcha por el cam­bio social que se necesita para superar la dominación institucionalizada10.

22 Leave a comment on paragraph 22 0 Además, hay una conexión fundamental, más profunda, entre Internet y los movimientos sociales en red: comparten una cultura específica, la cultura de la autonomía, la matriz cultural fundamental de las sociedades contemporáneas. Los movimientos sociales, si bien surgen del sufrimiento de la gente, son diferentes de los movimien­tos de protesta. Son fundamentalmente movimientos culturales, movimientos que conectan las demandas actuales con los proyectos del mañana. Y los movimientos que estamos observando representan el proyecto fundamental de transformar a las personas en prota­gonistas de sus propias vidas afirmando su autonomía respecto a las instituciones de la sociedad. Por eso, aunque sigan exigiendo medi­das para solucionar las miserias actuales de un amplio segmento de la población, los movimientos como actores sociales no confían en las instituciones actuales y se internan en el incierto camino de la creación de nuevas formas de convivencia buscando un nuevo con­trato social.

23 Leave a comment on paragraph 23 0 En el trasfondo de este proceso de cambio social está la transfor­mación cultural de nuestras sociedades. He intentado documentar en otros trabajos que las características decisivas en este cambio cul­tural se refieren al nacimiento de un nuevo conjunto de valores de­finidos como individuación y autonomía, que proceden de los mo­vimientos sociales de los años sesenta y setenta y que calaron en la sociedad en las siguientes décadas con creciente intensidad11. La in­dividuación es la tendencia cultural que subraya los proyectos del individuo como principio esencial que orienta su comportamien­to12. Individuación no es individualismo, porque el proyecto del individuo puede estar dirigido a la acción colectiva e ideales compar­tidos, como la conservación del medio ambiente o la creación de una comunidad, mientras que el individualismo hace del bienestar del individuo el objetivo último de su proyecto individuado. El concep­to de autonomía es más amplio, ya que puede referirse tanto a acto­res individuales como colectivos. La autonomía se refiere a la capaci­dad de un actor social para convertirse en sujeto definiendo su acción alrededor de proyectos construidos al margen de las instituciones de la sociedad, de acuerdo con los valores e intereses del actor social. La transición de individuación a autonomía se opera mediante la co­nexión en red, que permite a los actores individuales construir su autonomía con personas de ideas parecidas en las redes que elijan. Sostengo que Internet proporciona la plataforma de comunicación organizativa para traducir la cultura de la libertad en la práctica de la autonomía. Eso es así porque la tecnología de Internet representa la cultura de la libertad, como se demuestra en el registro histórico de su desarrollo13. Fue diseñada por científicos y hackers deliberadamente como una red de comunicación de ordenadores descentrali­zada capaz de resistir el control desde cualquier centro de mando. Surgió de la cultura de libertad predominante en los campus univer­sitarios de los años setenta14 Se basaba en los protocolos de código abierto desde su nacimiento, los protocolos TCP/IP desarrollados por Vint Cerf y Robert Kahn. Se convirtió en algo fácil de usar a gran escala gracias a la World Wide Web, otro programa de código abierto creado por Tim Berners Lee.

24 Leave a comment on paragraph 24 0 Siguiendo con este énfasis en la construcción de la autonomía, el cambio social más profundo en Internet se produjo en la primera década del siglo XXI, con el cambio de la interacción individual y corporativa en Internet (el uso del correo electrónico, por ejemplo) a la construcción autónoma de redes sociales controladas y orienta­das por sus usuarios. Se produjo gracias a las mejoras en el ancho de banda y al desarrollo de nuevos modelos de sociabilidad por el na­cimiento de una amplia gama de sistemas de distribución que ali­mentaban las redes de Internet. Además, la comunicación inalám­brica conecta dispositivos, datos, gente, organizaciones, todo, con la nube como archivo de la red social generalizada, como una malla de comunicación que cubre todo y a todos. Por tanto, la actividad más importante en Internet actualmente pasa por los servicios de redes sociales (SNS), y los SNS se han convertido en plataformas para todo tipo de actividad, no sólo de amistad personal o para charlar, sino para el marketing, el comercio electrónico, la educa­ción, la creatividad cultural, la distribución de los medios de comu­nicación y entretenimiento, aplicaciones para la salud y, por su­puesto, el activismo sociopolítico. Los SNS son espacios vivos que conectan todas las dimensiones de la vida de la gente15. Ésta es una importante tendencia para toda la sociedad. Transforma la cultura induciendo una cultura de compartir. Los usuarios de SNS tras­cienden el tiempo y el espacio, producen contenido, establecen vínculos y conectan prácticas. Ahora hay un mundo continuamente conectado en red para cada dimensión de la experiencia humana. La gente en sus redes coevoluciona en interacciones múltiples y permanentes. Pero eligen las condiciones de su coevolución. Los SNS los construyen los propios usuarios a partir de criterios especí­ficos de agrupación y de redes de amistad más amplias, adaptadas por las personas, a partir de plataformas proporcionadas por los comerciantes de la comunicación gratuita, con distintos niveles de perfilado y privacidad. La clave del éxito de un SNS no es el anoni­mato sino, por el contrario, la autopresentación de una persona real que se conecta con personas reales. Las personas construyen redes para estar con otras, y para estar con otras con las que quieren estar, partiendo del criterio que incluye a aquellas a las que ya conocen o a las que les gustaría conocer16. Por tanto, es una sociedad red au­toconstruida basada en la conectividad perpetua. Pero no se trata de una sociedad puramente virtual. Hay una estrecha relación en­tre redes virtuales y redes de la vida en general. El mundo real de nuestra época es un mundo híbrido, no un mundo virtual ni un mundo segregado que se separará online de la interacción offline17. Y es en este mundo en el que han nacido los movimientos sociales en una transición natural para muchas personas, que pasan de compartir su sociabilidad a compartir su indignación, su esperanza y su lucha.

25 Leave a comment on paragraph 25 0 Por lo tanto, la cultura de la libertad a nivel social, y la cultura de la individuación y la autonomía a nivel de los actores sociales, dieron lugar a las redes de Internet y a los movimientos sociales en red al mismo tiempo. Efectivamente, hay un efecto sinérgico entre estos dos cambios. Voy a ilustrar este análisis con los resultados del estu­dio que dirigí entre los años 2002 y 2007 con Tubella y otros sobre una muestra representativa de la población de Cataluña18. Defini­mos empíricamente en la población en general seis proyectos esta­dísticamente independientes de autonomía: personal, profesional, empresarial, comunicativa, corporal y sociopolítica. Hallamos que cuanto más autónoma era una persona en cada una de las seis di­mensiones de autonomía, con mayor frecuencia e intensidad utiliza­ba Internet. Y en un lapso de tiempo, cuanto más utilizaban Inter­net, más aumentaba su grado de autonomía. Existe ciertamente un círculo virtuoso entre las tecnologías de libertad y la lucha por libe­rar las mentes de los marcos de dominación.

26 Leave a comment on paragraph 26 0 Estos resultados son cognitivarnente coherentes con un estudio británico de 2010 realizado por el sociólogo Michael Willmott a partir de datos globales obtenidos en la Encuesta de Valores Mun­diales de la Universidad de Michigan. Analizó 35.000 respuestas individuales entre 2005 y 2007. El estudio mostró que el uso de Internet empodera a la gente aumentando sus sentimientos de segu­ridad, libertad personal e influencia: todos estos sentimientos tienen un efecto positivo en el bienestar personal. El efecto es especialmen­te positivo para la gente con menos ingresos y menos estudios, para la gente en países en desarrollo y para las mujeres19. Empoderamien­to, autonomía e incremento de la sociabilidad aparecen estrecha­mente relacionados con la práctica de conectarse en red con frecuen­cia en Internet.

27 Leave a comment on paragraph 27 0 Los movimientos sociales en red, como todos los movimientos sociales de la historia, llevan la marca de su sociedad. Están consti­tuidos en gran medida por individuos que viven con facilidad con las tecnologías digitales en el mundo híbrido de la virtualidad real. Sus valores, objetivos y estilo organizativo hacen referencia directa a la cultura de la autonomía que caracteriza a las jóvenes generaciones de un joven siglo. No podrían existir sin Internet. Pero su importan­cia es mucho más profunda. Están adaptados a su función como agentes del cambio en la sociedad red, en claro contraste con las instituciones políticas obsoletas heredadas de una estructura social históricamente superada.

Los movimientos sociales en red y la política reformista:
¿un amor imposible?

28 Leave a comment on paragraph 28 0 Parece que la opinión unánime es que, a fin de cuentas, los sueños de cambio social se diluirán y se canalizarán a través de las institu­ciones políticas, ya sea mediante la reforma o la revolución. Incluso en este último caso los ideales revolucionarios serán interpretados (¿traicionados?) por los nuevos poderes establecidos y su nuevo or­den constitucional. Esto plantea un gran dilema, tanto analítico como práctico, a la hora de valorar la productividad política de mo­vimientos que, en la mayoría de los casos, no confían en las institu­ciones políticas existentes y se niegan a creer en la viabilidad de su participación en canales predeterminados de representación política. Es verdad que la experiencia paradigmática de Islandia muestra la posibilidad de un nuevo comienzo, tanto en las instituciones de go­bierno como en la organización de la economía, sin procesos de cam­bio traumáticos. Sin embargo, en la mayoría de los movimientos es­tudiados, y en otros similares en el mundo, el paso decisivo desde la esperanza a la implementación del cambio depende de la permeabili­dad de las instituciones políticas a las exigencias del movimiento, y de la voluntad del movimiento de entablar un proceso de negociación. Cuando se dan ambas condiciones en términos positivos, se pueden satisfacer una serie de demandas y puede ponerse en marcha la refor­ma política, con diversos grados de cambio. Es lo que sucedió en Israel20. Sin embargo, puesto que el reto fundamental de estos movi­mientos se refiere a la negación de la legitimidad de la clase política, y la denuncia de su sometimiento a las élites financieras, hay poco mar­gen para la aceptación real de estos valores por parte de la mayoría de los gobiernos. Efectivamente, un análisis completo de estudios empí­ricos sobre las consecuencias políticas de los movimientos sociales, centrados principalmente en Estados Unidos, muestra que, por una parte, los grandes movimientos sociales del pasado han tenido influen­cia política en varias formas, especialmente en conformar los progra­mas políticos. Por otra parte, «para que un movimiento sea influyente, los actores del estado tienen que considerarlo capaz de facilitar u obs­taculizar sus propios objetivos, aumentando o consolidando nuevas coaliciones electorales, ganando apoyo público, aumentando el respal­do para las políticas de las instituciones gubernamentales»21.

29 Leave a comment on paragraph 29 0 Dicho de otra forma, la influencia de los movimientos sociales en los políticos y la política depende en gran parte de su posible contri­bución a los programas prestablecidos de los actores políticos. Esto está claramente en conflicto con la principal crítica de los movi­mientos sociales en red que he estudiado, que se refiere a la falta de representatividad de la clase política, ya que las elecciones están condicionadas por el poder del dinero y de los medios de comunicación, y limitadas por leyes electorales tendenciosas diseñadas por la clase política en su propio beneficio. No obstante, la respuesta habitual a los movimientos de protesta desde las élites políticas es referirse a la voluntad de la gente expresada en las urnas y a la oportunidad de cambiar la política de acuerdo con los resultados de las siguientes elecciones. Esto es precisamente lo que rechazan la mayoría de los movimientos, de acuerdo con una importante proporción de ciuda­danos en cualquier parte del mundo, como se muestra en el Apéndi­ce. Los movimientos no se oponen al principio de la democracia representativa, pero denuncian la práctica de dicha democracia tal como la conocemos ahora, y no reconocen su legitimidad. En estas condiciones hay pocas posibilidades de una interacción directa posi­tiva entre movimientos y clase política para conseguir una reforma política, es decir, una reforma de las instituciones de gobierno que amplíe los canales de participación política y limite la influencia de los grupos de presión en el sistema político, las reivindicaciones fun­damentales de la mayoría de los movimientos sociales. La influencia más positiva del movimiento en la política se dejará sentir indirecta­mente si algunos partidos o líderes políticos asumen algunos de sus temas y reivindicaciones, especialmente cuando consiguen populari­dad entre grandes sectores de la ciudadanía. Éste es, por ejemplo, el caso de Estados Unidos, donde la referencia a la brecha social entre el 99% y el 1% se ha convertido en símbolo de la amplitud de la desigualdad. Sin embargo, líderes precavidos como Obama, mien­tras que dicen representar las aspiraciones expresadas por el movi­miento, no llegan a respaldar su activismo por miedo a que se piense que consiente prácticas radicales.

30 Leave a comment on paragraph 30 0 Como el camino a los cambios de políticas pasa por el cambio político, y el cambio político se configura por los intereses de los polí­ticos que gobiernan, la influencia del movimiento en la política es normalmente limitada, al menos a corto plazo, en ausencia de una gran crisis que requiera un replanteamiento de todo el sistema, como ocurrió en Islandia. No obstante, hay una conexión mucho más profunda entre movimientos sociales y reforma política que podría activar el cambio social: se produce en las mentes de la gente. El objetivo real de estos movimientos es concienciar a la población, darles poder a través de la participación en el movimiento y en un debate amplio sobre sus vidas y su país, y confiar en su capacidad para tomar decisiones en relación con la clase política. La influencia del movimiento en la población se produce de las formas más insos­pechadas22. Si la influencia cultural y social del movimiento se ex­tiende, especialmente entre las generaciones jóvenes, más activas, los políticos más astutos tratarán de responder a sus valores y preocupa­ciones, buscando un beneficio electoral. Lo harán dentro de los lími­tes de su propia lealtad a los banqueros que les financian. Pero cuanto más consigue el movimiento transmitir su mensaje en las redes de comunicación, mayor es la conciencia ciudadana, más se convierte la esfera pública de la comunicación en terreno de contes­tación y menor será la capacidad de los políticos para incorporar las reivindicaciones y demandas con meros ajustes cosméticos. La bata­lla definitiva por el cambio social se decide en las mentes de las per­sonas y en este sentido los movimientos sociales en red han experi­mentado un gran avance a nivel internacional. Como se muestra en el Apéndice, en una encuesta internacional realizada en 23 países en noviembre de 2011, con la excepción de Japón, había más gente fa­vorable que contraria a Occupy y movimientos similares en sus contextos, y la mayoría de los ciudadanos estaba de acuerdo con su crítica a los gobiernos, políticos e instituciones financieras. Esto es especialmente notable cuando hablamos de movimientos que se si­túan fuera del sistema institucional y practican la desobediencia ci­vil. También es verdad que cuando se pregunta sobre las tácticas del movimiento en Estados Unidos, sólo una minoría lo apoyaba, pero incluso en este aspecto el hecho de que entre un 25 y un 30% apro­bara sus acciones extrainstitucionales indica un mar de fondo de respaldo a aquellos que desafían a las instituciones que han perdido la confianza ciudadana. La incertidumbre de un proceso desconoci­do de cambio político parece ser la principal barrera que deben su­perar unos movimientos que ya han expuesto la ilegitimidad del poder actual. De modo que el amor entre el activismo social y el reformismo político no parece imposible: simplemente se oculta a la vista del público mientras los ciudadanos dudan entre deseo y resig­nación.

Notas

31 Leave a comment on paragraph 31 0 1 Mi perspectiva teórica sobre el análisis de los movimientos sociales se basa en la teoría de Alain Touraine presentada en Touraine (1978). La formulación más completa de mi propia perspectiva analítica se publicó en Castells (1983) y se aplicó en Castells (1983, 2003). Véase también Johnston (2011), Snow et al. (2004), Tilly (2004), Staggenborg (2008), Chesters y Welsh (2000), Diani y Mc Adam (2003), Hardt y Negri (2004).

32 Leave a comment on paragraph 32 0 2 Damasio, 2009. Ekman, 1973.

33 Leave a comment on paragraph 33 0 4 Neuman et al. (eds.), 2007.

34 Leave a comment on paragraph 34 0 5 Castells, 2009; Castells et al., 2006; Hussain y Howard, 2012; Shirky, 2008.

35 Leave a comment on paragraph 35 0 6 Castells, Caraca y Cardoso (eds.), 2012; Engelen et al., 2011.

36 Leave a comment on paragraph 36 0 7 En 20082012 hubo una serie de potentes movimientos sociales en red, además de los casos presentados en este libro, que surgieron en el mundo con di­ferentes énfasis, orígenes y orientaciones, especialmente en Irán, Grecia, Portugal, Italia, Israel, Chile, México y Rusia. Ocupaciones simbólicas del espacio público que nunca llegaron al nivel de un movimiento social pleno se produjeron en la mayoría de los países europeos y en algunos de Latinoamérica. Véase Shirky (2008), Scafuro (2011), Mason (2012), Cardoso y Jacobetti (2012).

37 Leave a comment on paragraph 37 0 Lawrence y Karim (eds.), 2007.

38 Leave a comment on paragraph 38 0 9 Sobre el papel de la comunicación en el desarrollo de los movimientos socia­les, tanto históricamente como en las sociedades contemporáneas, véase, además de mi propio trabajo (2003, 2009), Thompson (2000), Downing (2000), Couldry y Curran, eds. (2003), Oberschall (1996), Neveu (1996), Curran (2011), Juris (2008), Cardoso y Jacobetti (2012).

39 Leave a comment on paragraph 39 0 1° Juris, 2008.

40 Leave a comment on paragraph 40 0 11 Castells, 2009, pp. 116136.

41 Leave a comment on paragraph 41 0 12 Giddens, 1991; Beck, 1992.

42 Leave a comment on paragraph 42 0 13 Castells, 2011.

43 Leave a comment on paragraph 43 0 14 Marfkoff, 2006.

44 Leave a comment on paragraph 44 0 15 Naughton, 2012.

45 Leave a comment on paragraph 45 0 16 Castells, 2010.

46 Leave a comment on paragraph 46 0 17 Wellman y Rainie, 2012.

47 Leave a comment on paragraph 47 0 18 Castells, Tubella et al., 2003, 2005.

48 Leave a comment on paragraph 48 0 19 Informe del BCS Institute, un instituto de estudios del Reino Unido, para TI, en un estudio realizado por Trajectory Partnership, un laboratorio de ideas británico, según la noticia de www. time. comitime/health/article/0,8599,1989 244,00.html.

49 Leave a comment on paragraph 49 0 20 Nahon, 2012.

50 Leave a comment on paragraph 50 0 21 Amenta, Caren, Chiarello y Su, 2010, p. 298.

51 Leave a comment on paragraph 51 0 22 Por ejemplo, según un post de Kristen Gwynne de AlterNet con fecha 23 de marzo de 2012:

52 Leave a comment on paragraph 52 0 La huelga de sexo se está utilizando como forma de activismo contra los ban­cos. De acuerdo con RT News, las prostitutas de lujo están protestando contra el sector bancario negándose a vender a los banqueros su bien más preciado: el sexo.

53 Leave a comment on paragraph 53 0 RT informa: La principal asociación de acompañantes de lujo de la capital de España se ha declarado en huelga general e indefinida de servicios sexuales para banqueros hasta que éstos vuelvan a conceder créditos a las familias espa­ñolas, las pequeñas y medianas empresas y otros sectores.

54 Leave a comment on paragraph 54 0 Todo empezó cuando una de ellas obligó a uno de sus clientes a conceder un crédito y un préstamo sencillamente dejando de prestarle servicios hasta que «cumpliera con su responsabilidad con la sociedad».

55 Leave a comment on paragraph 55 0 La portavoz de la asociación alabó su éxito subrayando que el gobierno y el Banco de España no habían logrado que el crédito fluyera.

56 Leave a comment on paragraph 56 0 «Sólo nosotras tenemos auténtica capacidad de presión sobre el sector —dijo—. Ya llevamos tres días de huelga y creemos que no van a aguantar mucho más.»

57 Leave a comment on paragraph 57 0 La mujer dijo que los banqueros están desesperados por sus servicios sexuales y que había habido intentos lamentables de hacerse pasar por otras profesiones y que incluso habían pedido la ayuda del gobierno.

58 Leave a comment on paragraph 58 0 Aparentemente, el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, habría declarado al sitio web mexicano SDPnoticias.com, que dio a conocer la historia, que la ausencia de regulación en el sector dificulta la inter­vención del gobierno.

59 Leave a comment on paragraph 59 0 «De hecho, no ha habido una comunicación formal de la huelga, las pros­titutas están haciendo uso de su derecho de admisión al negar la entrada a…, bueno, ya sabe. Por eso nadie puede negociar», dijo. SDPnoticias.com aclara que el sexo es una valiosa herramienta y que negarlo envía un mensaje potente y directo.

60 Leave a comment on paragraph 60 0 http://www.alternet.orginewsandviews/866354/sex_strike%21_madrid% 5C%27s_escorts_launch_coordinated_attack_against_banks%2C_withhold_ sex_services_from_desperate_bankers.

Referencias y fuentes

61 Leave a comment on paragraph 61 0 Amenta, E., N. Caren, E. Chiarello e Y. Su (2010): «The political consequences

62 Leave a comment on paragraph 62 0 of social movements», Annual Review of Sociology, 2010, 36, pp. 287307. Beck, U. (1992): The Risk Society Cambridge, Polity Press. [Ed. cast.: La sociedad del

63 Leave a comment on paragraph 63 0 riesgo: hacia una nueva modernidad Barcelona, Paidós, 1998.]

64 Leave a comment on paragraph 64 0 Castells, M. (1983): The City and the Grassroots. A crosscultural theory of urban social movements, Berkeley, University of California Press. [Ed. cast.: La ciu­dad y las masas, Madrid, Alianza Editorial, 1987.]

65 Leave a comment on paragraph 65 0 —      (2001): The Internet Galaxy, Oxford, Oxford University Press. [Ed. cast.: La ga­laxia Internet. Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad, Barcelona, Areté, 2001.]

66 Leave a comment on paragraph 66 0 —      (2003): The Power of Identity, Oxford, Blackwell. [Ed. cast.: El poder de la identidad, Madrid, Alianza Editorial, 1998/2003.]

67 Leave a comment on paragraph 67 0 —      (2009): Communication Power, Oxford, Oxford University Press. [Ed. cast.: Comunicación y poder, Madrid, Alianza Editorial, 20091

68 Leave a comment on paragraph 68 0 —      (2010): «Social Networks in the Internet: What Research Knows About It», ponencia del simposio: Web Science, a New Frontier, con motivo del 350 aniversario de la Royal Society, Londres, 28 de septiembre.

69 Leave a comment on paragraph 69 0 —      J. Caraca y G. Cardoso (eds.) (2012): Aftermath: The cultures of the economic crisis, Oxford, Oxford University Press.

70 Leave a comment on paragraph 70 0 —      M. FernandezArdevol, L. Qiu y A. Sey (2006): Mobile Communication and Society. A Global Perspective, Cambridge, Mass., MIT Press.

71 Leave a comment on paragraph 71 0 —      I. Tubella, et al. (2005): «The transformation of the social structure of the net­work society: social uses of the Internet in Catalonia», en Manuel Castells (ed.), The Network Society: A crosscultural perspective, Malden, Mass., Edward Elgar.

72 Leave a comment on paragraph 72 0 -                    — (2007): La transición a la sociedad red, Barcelona, Ariel.

73 Leave a comment on paragraph 73 0 Chester, G., e I. Welsh (2000): Complexity and Social Movements: Multitudes at the Edge of Chaos, Londres, Routledge.

74 Leave a comment on paragraph 74 0 Couldry, N., y J. Curran (eds.) (2003): Contesting Media Power: Alternative Media in a Networked World.

75 Leave a comment on paragraph 75 0 Curran, J. (2011): Media and Democracy, Londres, Routledge.

76 Leave a comment on paragraph 76 0 Damasio, A. (2009): Self Comes to Mind, Nueva York, Pantheon Books. [Ed. cast.: Y el cerebro creó al hombre, Barcelona, Destino, 2010.]

77 Leave a comment on paragraph 77 0 Diani, M., y D. McAdam (2003): Social Movements and Networks, Oxford, Oxford

78 Leave a comment on paragraph 78 0 University Press.

79 Leave a comment on paragraph 79 0 Downing, J. (2000): Radical Media: Rebellious Communication and Social Movements, Thousand Oaks, Sage Publications.

80 Leave a comment on paragraph 80 0 Ekman, P. (1973): Darwin and Facial Expression: A Century of Research in Review, Nueva York, Academic Press.

81 Leave a comment on paragraph 81 0 Engelen, E., et al. (2011): Afier the Great Complacence: Financial Crisis and the Politics of Reform, Oxford, Oxford University Press.

82 Leave a comment on paragraph 82 0 Giddens, A. (1991): Modernity and SelfIdentity: Self and Society in the Late Mo­dern Age, Cambridge, Polity Press. [Ed. cast.: Modernidad e identidad del yo: el yo y la sociedad en la epoca contemporánea, Barcelona, Edicions 62, 1995.]

83 Leave a comment on paragraph 83 0 Hardt, M., Y A. Negri (2004): Multitude: war and democracy in the age of Empire, Nueva York, Penguin. [Ed. cast.: Multitud: guerra y democracia en la era del Imperio, Barcelona, Debate, 2004.]

84 Leave a comment on paragraph 84 0 Howard, P. (2012): «Digital technologies in the Arab Revolutions», ponencia pre

85 Leave a comment on paragraph 85 0 sentada en la reunión de la International Studies Association, San Diego, 1 de abril. Johnston, H. (2011): States and Social Movements, Cambridge, Polity Press. Lawrence, B. B., y A. Karim (eds.) (2007): On Violence: A Reader, Durham, Duke

86 Leave a comment on paragraph 86 0 University Press.

87 Leave a comment on paragraph 87 0 Markoff, J. (2006): What the dormouse said:• How the sixties counterculture shaped the personal computer industry, Nueva York, Penguin.

88 Leave a comment on paragraph 88 0 Muzammil, H. M., y P. N. Howard (2012): «Democracy’s Fourth Wave? Information Technology and the Fuzzy Causes of the Arab Spring», ponencia presentada en el congreso de la International Studies Association, San Diego, 1 de abril (inédita).

89 Leave a comment on paragraph 89 0 Nahon, K. (2012): «Network Theory and Networked Social Movements: Israel, 2011», ponencia presentada en la reunión de la Annenberg Network on Net­works, Los Ángeles, 27 de abril (inédita).

90 Leave a comment on paragraph 90 0 Neuman, W. Russell et al. (eds.) (2007): The Affect Effect: Dynamics of emotions in

91 Leave a comment on paragraph 91 0 political thinking and behavior, Chicago, University of Chicago Press. Neuven, E. (1996): Sociologie des mouvements sociaux, París, La Découverte. Oberschall, A. (1996): Social Movements: Ideologies, Interests, and Identities, Tran

92 Leave a comment on paragraph 92 0 saction Publishers.

93 Leave a comment on paragraph 93 0 Scafuro, E. (2011): Autocommunicazione orizzontale di mansa: Il potere della rete, Génova, Universita degli Studi di Genova, Facolta di Scienze della Informa­zione, tesis de licenciatura.

94 Leave a comment on paragraph 94 0 Shirky, C. (2008): Here Comes Everybody:• The Power of Organizing Without Orga­nization, Nueva York, Penguin Press.

95 Leave a comment on paragraph 95 0 Snow, D., et al. (2004): The Blackwell Companion to Social Movements, Oxford, WileyBlackwell.

96 Leave a comment on paragraph 96 0 Staggernborg, S. (2008): Social Movements, Oxford, Oxford University Press. Thompson, J. (2000): Political Scandal:• Power and Visibility in the Media Age,

97 Leave a comment on paragraph 97 0 Cambridge, Polity Press. [Ed. cast.: El escándalo político: poder y visibilidad en

98 Leave a comment on paragraph 98 0 la era de los medios de comunicación, Barcelona, Paidós, 2001.]

99 Leave a comment on paragraph 99 0 Tilly, C. (2008): Social Movements, 17682008, Boulder, Paradigm Publishers. [Ed. cast.: Los movimientos sociales, 17682008: desde sus orígenes a Facebook, Barcelona, Crítica.]

100 Leave a comment on paragraph 100 0 Touraine, A. (1978): La voix et le regard: sociologie des mouvements sociaux, París, Seuil. [Ed. cast.: La voz y la mirada, Revista Mexicana de Sociología, México, 1979.] Wellman, B., y L. Rainie (2012): Networked, Cambridge, Mass., MIT Press.

101 Leave a comment on paragraph 101 0  

102 Leave a comment on paragraph 102 0  

MÁS ALLÁ DE LA INDIGNACIÓN,
LA ESPERANZA:
VIDA Y MUERTE DE LOS MOVIMIENTOS
SOCIALES EN RED*

«No es una crisis, es que ya no te quiero.»

Pancarta en la Puerta del Sol ocupada; Madrid, mayo de 2011.

105 Leave a comment on paragraph 105 0 Los movimientos sociales en red, cuyas experiencias hemos compar­tido en este libro, seguirán luchando y debatiendo, evolucionando y al final desvaneciéndose en su forma actual, como ha sucedido con todos los movimientos sociales en la historia. Incluso en el improba­ble caso de que se transformaran en un actor político, un partido o algún tipo nuevo de agente, este mismo hecho pondría fin a su exis­tencia como movimiento social. Pero la cuestión verdaderamente relevante para valorar el significado de un movimiento social es la productividad social e histórica de su acción y el efecto en sus parti­cipantes como personas y en la sociedad que intentó transformar. En este sentido es demasiado pronto para evaluar el resultado final de estos movimientos, aunque ya podemos decir que han cambiado regímenes, que han desafiado a las instituciones y que se ha tamba­leado la creencia en el triunfante capitalismo financiero global, qui­zás de forma irreversible, en la opinión de la mayoría de la gente.

106 Leave a comment on paragraph 106 0 En último término, la herencia de un movimiento social la cons­tituye el cambio cultural que ha producido mediante su acción.

107 Leave a comment on paragraph 107 0 Porque si pensamos de otra forma sobre algunas dimensiones clave de nuestras vidas personales y sociales, las instituciones tendrán que ceder en algún momento. Nada es inmutable, aunque los cambios en la historia no siguen un camino predeterminado, porque el supuesto sentido histórico a veces carece de sentido. Desde esta perspectiva, ¿cuál parece ser el posible legado de estos movimientos sociales en red y de otros similares que siguen surgiendo? La democracia. Una nueva forma de democracia. Una antigua aspiración, nunca lograda, de la humanidad.

108 Leave a comment on paragraph 108 0 En cualquier movimiento social se expresan múltiples necesidades y deseos. Éstos son momentos de liberación, cuando cualquiera puede expresar sus frustraciones y abrir la caja mágica de los sueños. Así pues, podemos encontrar cualquier proyección humana posible en los temas y acciones de estos movimientos: especialmente, la crítica severa a un sistema económico implacable que alimenta el autómata informatizado de los mercados financieros especulativos con la carne humana del sufrimiento cotidiano. Sin embargo, si hay un tema general, un grito insistente, un sueño revolucionario, es la petición de nuevas formas de deliberación, representación y toma de decisiones políticas. El motivo es que un gobierno democrático eficaz es un requisito para conseguir todas las reivindicaciones y proyectos. Porque si los ciudadanos no tienen la forma ni los medios de autogobierno, las políticas bien diseñadas, las estrategias más sofisticadas, los programas mejor intencionados pueden ser ineficaces o pervertirse en su aplicación. El instrumento determina la función. Sólo una política democrática puede garantizar una economía que funcione como si la gente importara, y una sociedad al servicio de los valores humanos y la búsqueda de la felicidad personal. Una y otra vez, los movimientos sociales en red de todo el mundo han pedido una nueva forma de democracia, no necesariamente identificando sus procedimientos, sino explorando sus principios en la práctica. Los movimientos, y la opinión pública en general, coinciden en denunciar la burla de los ideales democráticos en gran parte del mundo (véase el Apéndice). Como no se trata sólo de un asunto de subjetividad de los actores políticos, que a menudo son sinceros y honestos dentro de sus propios marcos mentales, algo no debe funcionar en «el sistema», esa misteriosa entidad que nadie conoce pero cuyos efectos traspasan la vida de todos. Desde el abismo de la desespera­ción han surgido, en todas partes, un sueño y un proyecto: reinventar la democracia, encontrar formas de que la gente gestione colectiva­mente su vida de acuerdo con los principios democráticos comparti­dos y que a menudo se olvidan en la experiencia cotidiana. Estos movimientos sociales en red son nuevas formas de movimientos democráticos, movimientos que están reconstruyendo la esfera pú­blica en el espacio de autonomía creado en torno a la interacción entre sitios locales y redes de Internet, movimientos que están expe­rimentando con la toma de decisiones asamblearia y reconstruyendo la confianza como base de la interacción humana. Reconocen los principios que dieron paso a las revoluciones de la libertad en la Ilustración, señalando al mismo tiempo la continua traición de estos principios, empezando con la negación original del derecho de ciu­dadanía para las mujeres, las minorías y los pueblos colonizados. Subrayan la contradicción entre una democracia ciudadana y una ciudad en venta al mejor postor. Afirman su derecho a empezar de nuevo. Empezar por el principio, después de llegar al umbral de la autodestrucción por nuestras instituciones actuales. O eso es lo que creen los actores de estos movimientos, cuyas palabras he tomado prestadas. El legado de los movimientos sociales en red habrá sido vislumbrar la posibilidad de reaprender a vivir juntos. En una demo­cracia real.


109 Leave a comment on paragraph 109 0 * Penúltimo capítulo (págs. 208 a 230)

110 Leave a comment on paragraph 110 0 * Último capítulo (págs. 231 a 233)