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Vivir en comunidad: Cooperativas de vivienda y cohousing

por Andrea Robles — Viernes, 12 de junio de 2015

“¡Hola! Somos Entrepatios, una Cooperativa de Vivienda Ecológica que va a construir un proyecto de Cohousing en Madrid.

¿Dónde? En el Alto de Extremadura, muy cerquita de la Casa de Campo, y de Madrid Río. En un barrio consolidado, al lado del metro, de varios colegios, del centro de salud… En resumen, una zona tranquila.

Vamos a construir nuestras casas con materiales ecológicos, con energías renovables y con un huerto en la azotea. ¿A que suena bien?

Nuestro edificio será el más bonito y divertido de todo Madrid.

Con nuestro párking de bicis, lavandería común, sala polivalente para eventos y reuniones… Una casa en la que quepan muchas casas. Porque cada uno de sus vecinos es diferentes, pero a la vez forma parte de la comunidad de Entrepatios.

¿Y qué es una Comunidad? ¿Una Comuna?

¡Noooooo! Cada uno tiene su casa, su espacio privado, con su cocina y salón. Vamos, lo que es una casa de toda la vida.

Pero a la vez nos gusta encontrarnos y compartir cosas y momentos. Y eso solo se puede hacer si habilitamos los espacios comunes para ello y nos dotamos de normas consensuadas entre todos.

Por ello, los miembros de Entrepatios, diseñamos todas y cada una de las partes importantes de nuestra casa.

Desde los materiales a cómo gestionamos las reuniones; desde cómo mantenemos el huerto a qué uso le damos a los espacios compartidos.

Todos y todas decidimos todo. ¡Eso es el cohousing!”

 

El anterior texto pertenece al vídeo que ha creado la cooperativa Entrepatios para presentar La Milagrosa, su proyecto de cohousing situado en el Alto de Extremadura (Madrid). El objetivo del vídeo es poder llegar a más personas que puedan estar interesadas en entrar a formar parte del proyecto.

Entrepatios se suma así a una nueva corriente de iniciativas que pretenden ofrecer soluciones al problema de la vivienda en nuestro país, a través del modelo de cooperativa de viviendas, una alternativa a los dos modelos mayoritarios de acceso a la vivienda: el régimen de propiedad (79% en nuestro país, una tendencia muy alejada del resto de Europa) y el régimen de alquiler (16%).

Másqueunacasa: procesos colectivos de vivienda

 

I. COoperar

El modelo de cooperativa de viviendas se basa en el régimen en cesión de uso, ya visto en un post anterior sobre otra de las nuevas alternativas que ha surgido en los últimos años: la aparcería urbana o masoveria urbana. En la cesión de uso de larga duración contemplada en las experiencias de cooperativa de viviendas, las personas pueden habitar en una vivienda de manera permanente, mejorando así las condiciones más inestables de un alquiler, pero ésta no les pertenece, sino que la titularidad de la misma es colectiva, es decir, la propiedad es de la figura jurídica de la cooperativa formada por todos los miembros de la comunidad.

Si la aparcería urbana miraba a modelos provenientes de nuestro pasado rural, el modelo de las cooperativas de vivienda mira hacia el extranjero. Este tipo de modelo procedente de Dinamarca, llamado Andel, se encuentra bastante arraigado en los países nórdicos así como en Alemania. Se trata de una posible solución al problema de vivienda en nuestro país, con un parque de vivienda vacía importante tras la crisis inmobiliaria, y un gran número de familias sin recursos para habitar una vivienda digna. El modelo permite el acceso a una vivienda con precios más asequibles que los del mercado, a través de la entrada de capital social para entrar a formar parte de la cooperativa, y más tarde de un alquiler bajo por la cesión de uso.

Se trata de una alternativa que apuesta por un modelo no especulativo de acceso a la vivienda: Al no haber intermediarios en el proceso, el dinero de la entrada (que en los casos españoles se encuentra entre unos 10.000-20.000 euros) y el dinero del posterior alquiler blando, se destinan a cubrir los gastos de la construcción de las viviendas y los espacios comunes, normalmente inicialmente financiados a través de la banca ética.

Además, en numerosos casos ni siquiera hace falta hacer frente a la compra colectiva del terreno, ya que debido al carácter de vivienda social del proyecto, se está promoviendo la cesión de uso de solares o fincas en desuso por parte de la administración pública.

Este último caso es el de la cooperativa de viviendas La Borda (1), en Barcelona, que firmó el pasado mes de mayo la cesión de uso de suelo perteneciente al Ayuntamiento de Barcelona dentro del complejo fabril de Can Batlló, en el barrio de Sants, para la construcción de un edificio de 30 viviendas.

Boceto de lo que podría ser el edificio de la Cooperativa de Can Batlló. / LA COL

El proyecto, que comenzó a gestarse en septiembre de 2012 por un grupo impulsor de 10 personas, no tardó en agotar la demanda total de las 30 viviendas. A pesar de tener apalabrado el proyecto con el consistorio desde hacía tiempo, ya que está basado en la cesión de uso de suelo municipal, la firma del contrato ha llegado tras dos años y medio de negociaciones.

La cooperativa desarrolla así uno de los cuatro ejes de actuación (vivienda, cultura, educación y economía social) propuestos en Can Batlló, un gran complejo abandonado en medio de Sants hasta que el 11 de junio de 2011 fue recuperado por el movimiento vecinal. Justo este fin de semana celebra sus 4 años de vida, tras la construcción de un centro social, un bar, una biblioteca, un auditorio, un rocódromo y una sala de exposiciones, que han servido de soporte para numerosas actividades para el barrio y Barcelona durante estos años.

En la cooperativa de vivienda La Borda, cada unidad de vivienda pagará una entrada de 15.000 euros de capital social (para entrar a formar parte de la cooperativa) y después disfrutarán de su vivienda con un alquiler que dependerá de los metros cuadrados del piso, pero que oscila en torno a unos 450 euros al mes. El proyecto tiene una previsión de costes que asciende a 2,4 millones de euros, cantidad que se espera que sea reducible con la cooperación de los propios habitantes en el proceso, constituyendo un ejemplo de cómo hacer las cosas propias no sólo a través del dinero, sino a través también del propio esfuerzo, del tiempo y del cuidado.

Es más, los futuros habitantes no sólo participarán activamente en el desarrollo del conjunto de viviendas, sino también en su entorno inmediato: el desarrollo de Can Batlló y sus espacios. Se pretende así un retorno a la convivencia perdida en las ciudades, con personas involucradas con su entorno más inmediato, tomando decisiones y tejiendo de nuevo redes afectivas.

 

II. COnvivir

Porque el modelo no es sólo innovador en el terreno económico, sino también en el arquitectónico y social. El proyecto para el nuevo complejo pretende un modelo arquitectónico diferente al que se ha desarrollado en los edificios plurifamiliares durante estas últimas décadas, con una voluntad claramente productivista y no centrada en los usuarios. Las 30 viviendas de La Borda, se llaman así “unidades de convivencia”, y contemplan diferentes modelos de vivienda, con tres tamaños distintos, que haciendo un guiño al pasado textil del complejo fabril, tomarán el nombre de viviendas S, M y L.

En un contexto urbano donde la mayoría de edificios plurifamiliares de nuestras ciudades se han diseñado con escasa preocupación por la relación e interacción entre vecinos, contribuyendo a desarrollar una sociedad de personas aisladas e individualistas, el proyecto de La Borda busca una mayor interacción entre vecinos, dando gran importancia a la creación de espacios comunes que pueden usar todos los vecinos, como un comedor colectivo, lavandería, garaje de bicis, garaje de cochecitos, espacio para invitados, etc. El hecho de tener que gestionar, tomar decisiones y consensuar cuestiones comunes, crea vínculos con las personas de nuestro entorno, generando mayor riqueza social y una convivencia en la que podríamos aprender a participar en cuestiones colectivas, comenzando a gestionar, ya desde una escala pequeña, ejercicios democráticos como: compartir, debatir, argumentar, consensuar, colaborar, ceder, etc.

Se trata de “la revolución de la hierbabuena”, como decía una vecina de las “corralas” que han aparecido en diferentes localizaciones en respuesta a los desahucios: De volver a tocar a la puerta al vecino. Intentar recuperar lo que sucedía en las corralas antiguas, un modelo de multivivienda que proliferó en varias ciudades españolas como Madrid o Sevilla entre los siglos XVI y XIX, y en las cuales también dicen basarse la cooperativa de arquitectos LaCol, encargados del proyecto de La Borda, a la hora de abordar el concepto del nuevo edificio.

El modelo del cohousing, como vimos, tiene sus raíces en los países nórdicos, proveniente de tradiciones históricas locales de vivienda colectiva, donde lleva arraigado más de 30 años: En los años 70 el arquitecto Jan Gudmand-Høyer creó “Bofællesskab” (comunidad vivencial), una versión actualizada del modelo tradicional “Kollectiv”. Una década más tarde el modelo dio el salto a países como EEUU o Reino Unido, donde se comenzó a denominar “cohousing”, de la mano de arquitectos como los californianos Kathryn McCamant y Charles Durrett.

Éstos establecieron en la década de los 90 las cuatro características comunes del modelo de cohousing:

1 Procesos participativos durante la formación, diseño y desarrollo de la comunidad.

2 Diseño intencional de cada vecino/a, según los principios del diseño para la acción social, es decir, provoncando propincuidad.

3 Numerosos equipamientos comunes: para aportar soluciones colectivas prácticas y facilitar objetivos sociales.

4 Completa gestión y soberanía vecinal, corresponsables del mantenimiento de la comunidad.

Cuatro características a las que se les suele añadir otras dos, más dependientes de cada concreta comunidad:

· Una estructura horizontal, no jerárquica en la que lxs vecinxs toman distintos liderazgos para lograr distintas metas, manteniendo el mayor número de acciones y decisiones en la comunidad.

· Ingresos y recursos separados, es decir, autonomía económica de lxs vecinxs, no dependiente de las finanzas comunitarias, generadas internamente. (2)

En otros países como Francia, con sus modelos de “habitat groupé“; o Alemania, con el ejemplo del ecobarrio Vauban de Friburg, se han multiplicado las experiencias con resultados altamente satisfactorios para sus habitantes, que de la unión han sacado tanto ventajas económicas como de calidad de vida. En Dinamarca cerca del 10% de las viviendas se rige hoy por este modelo. En España, donde el modelo aún es joven, comienzan a proliferar con entusiasmo iniciativas como MásqueunacasaSostre Cívic, Etxekoop, Jubilares

Grande cense cohousing - Primera experiencia en Bélgica (via Másqueunacasa)

Según estudios de la antropóloga Margaret Mead, durante el 99% de la historia humana las personas han vivido en grupos de entre 12 y 36 personas. En realidad, se trataría de una vuelta a modelos de mayor interacción colectiva, que tradicionalmente siempre han existido en nuestro país. De hecho, las corralas se basaban en modelos más antiguos como la casa hidalga castellana y el adarve andalusí.

En resumen, esta vuelta a una vida en comunidad no sólo podría contribuir a unas mejores condiciones económicas de acceso a la vivienda, sino también a una mejores condiciones de calidad de vida , e incluso, como demostró el efecto Roseto, para la salud. Que nos hayamos acostumbrado a vivir de una forma no significa que no existan otras soluciones mejores.

 

(1) Helena López: Vivir en común http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/vivir-comun-4180561

(2) Borja Izaola: Cohousing. http://viveroiniciativasciudadanas.net/2012/11/27/co-housing-2/

 

Andrea Robles Carrasco @MargottVaum

www.re-cooperar.org

 

 

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2 comentarios a “Vivir en comunidad: Cooperativas de vivienda y cohousing”

  1. webpage dice:

    Buenas, excelente informacion, he encontrado tu blog por suerte, te he agregado como favorito
    para visitarte mas ocasiones, me encanta, gracias.

  2. Maite dice:

    Necesitaba darle las gracias por este sitio tan fabuloso!
    sin duda me encanta.

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